El Teatro Central acogerá hoy y mañana la representación de La muerte de un viajante, una corproducción del Centre d'Arts Escèniques de Salt de Girona, el Teatre Lliure de Barcelona y el Teatro Español de Madrid, basada en la célebre obra de Arthur Miller y desarrollada a partir de la versión de Eduardo Mendoza, con el veterano director Mario Gas al frente.
Estrenada en Broadway en 1949, justo antes de que los Estados Unidos entraran de pleno en la década de los avances tecnológicos y el consumismo, Muerte de un viajante fue aclamada como la primera pieza teatral que cuestionaba el sueño americano del consumidor.
Su protagonista, Willy Loman, un vendedor ambulante neoyorquino de sesenta años que vive de falsas esperanzas e ilusiones y de las míseras comisiones que consigue después de haber hecho un montón de kilómetros, se ha convertido en la imagen arquetípica de la inseguridad, de lo pasado de moda, tierno y patético a la vez, de la capacidad que tenemos los humanos de engañarnos a nosotros mismos y, a través de las constantes riñas entre los miembros de su familia, de cómo los defectos y los vicios de una generación pasan a la siguiente.
El espectáculo ganó los premios Tony a la Mejor Obra, al Mejor Actor Secundario (Arthur Kennedy), a la Mejor Escenografía (Jo Mielziner), al Mejor Autor (Arthur Miller) y al Mejor Director (EliaKazan). Ese año obtuvo el premio Pulitzer de Teatro e ingresó en la historia del género.
Mario Gas lleva a escena este clásico sobre el fracaso y la nostalgia en dos actos y un pequeño réquiem rodeado de un equipo de primera, con Jordi Boixaderas en el papel de Willy; Rosa Renom, como Linda, su mujer; y Oriol Vila y Pablo Derqui en la piel de Happy y Biff, los hijos.
