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Calderón también marca un importante gol con el derbi europeo

El técnico argentino sigue ganándose el derecho a ser tenido en cuenta para el futuro en Heliópolis aun en caso de descenso.

el 15 mar 2014 / 00:00 h.

Gaby Calderón lleva dos muñecos de barrera durante el entreno de este viernes / Kiko Hurtado Gaby Calderón lleva dos muñecos de barrera durante el entreno de este viernes / Kiko Hurtado El primer capítulo de la primera eliminatoria europea de la historia entre el Betis y el Sevilla deja un claro ganador provisional: el Betis. Dentro del conjunto verdiblanco también deja tres o cuatro protagonistas indicutibles asociados al triunfo y elevados al altar de los ídolos para los seguidores verdiblancos. Entre los jugadores, los tres fichajes invernales (Adán, N’Diaye y Baptistao). Ymás allá de quienes actúan en el rectángulo, el auténtico beneficiario de todo lo bueno que ocurre en Heliópolis desde hace sólo un par de semanas: el entrenador. La figura de Gabriel Humberto Calderón, el cirujano que ha practicado esa especie de operación de cirugía estética a su equipo, sale más reforzada que ninguna otra de este pequeño tramo en el que el Betis ha superado una eliminatoria europea, se ha colocado en la mejor posición para pasar otra frente al eterno rival y ha enlazado cuatro puntos de seis en dos jornadas de Liga, que no es mucho pero parece una barbaridad después de todo lo perpetrado antes por los heliopolitanos. Aunque hablar de futuro a medio plazo es absurdo tal como están el equipo y el club, uno con un pie en Segunda pese a todo y otro pendiente de una junta de accionistas de la que en teoría saldrá una nueva clase dirigente, Calderón se está ganando el derecho a ser tenido en cuenta en el inevitable debate sobre quién debe sentarse en el banquillo la próxima temporada. Sobre todo en caso de descenso, que a día de hoy es lo más plausible, ya que si el equipo se salva no hay discusión alguna. Así quedó sellado en el contrato que el técnico argentino firmó con el presidente, Miguel Guillén, cuando llegó para sustituir a Juan Carlos Garrido. Calderón puede presentar dos avales aparentemente insuperables. Por un lado, su propio rendimiento. En dos meses en el cargo se ha erigido en el revulsivo que exigía la pésima situación heredada de Pepe Mel y el susodicho Garrido. Tras un comienzo con dudas, por no decir otra cosa (4-2 en Vigo, 5-0 en Valencia, 1-0 en Granada...), llegó la eliminatoria europea con el Rubin Kazan y a partir de ahí la mejoría ha sido espectacular, algo lógico porque el listón estaba bajísimo pero no por ello de menos mérito. Los números corroboran la progresión ascendente de los verdiblancos con Calderón, que en siete partidos de Liga ha cosechado siete puntos, a razón de uno por jornada. Mel logró 10 en 15 partidos, con lo que su promedio fue de 0,66, mientras que Garrido empeoró ese ritmo, ridículo de por sí, para dejarlo en un solo punto en 5 partidos, igual a sólo 0,20 por encuentro. El otro aval es el prestigio y el carisma que está acumulando entre la masa social del Betis. Lejos, muy lejos queda aquel entrenamiento tras las primeras derrotas en que los aficionados se cebaron con los futbolistas pero también con él. El míster ha revertido la situación de tal manera que los hinchas aplauden ahora a futbolistas cuyos nombres mancillaban no hace tanto y por supuesto lo han entronizado en el lugar número uno de sus favoritos, lo cual no tiene por qué ser determinante, como bien pudo comprobarse con la destitución de Mel, pero que quizá sea vinculante. A todo esto, Calderón ya ha dejado muy claro que le encantaría continuar siendo el entrenador del Betis aun en Segunda División. Su problema es que los resultados, la mejoría del equipo y el creciente cariño de la hinchada se topan con el principal de los obstáculos: la provisionalidad de quienes mandan en el club. El actual consejo, pese a renovar a jugadores como Adán, prefiere dejar para más adelante, o para quienes los releven, el asunto del futuro entrenador.

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