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Calvario, la exposición

Si aquí no es primavera no será por falta de ganas: la exposición por los 400 años del Cristo del Calvario abre la pretemporada cofradiera en el patio del Ayuntamiento.

el 22 ene 2012 / 21:41 h.

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Imponente plano del rostro del crucificado titular de la hermandad.

Por encima de todos sus legajos y enseres, la exposición conmemorativa de los 400 años del Cristo del Calvario (toda una reivindicación de su autor, Francisco de Ocampo) cuenta una historia buenísima que puede que la mayoría de los cofrades ignoren. Y además, lo hace con un puntito de socarronería que le viene de perlas a la corporación de la Madrugá, como complemento a su gravedad. Es la historia de una cruz torcida.

La cruz se puede ver allí mismo, escoltada por dos ángeles de Pedro Roldán con las alas desplegadas. Resulta que en 1941, estando ya para los restos la vieja cruz de la imagen del Cristo, que tenía ya más de dos siglos, se hizo necesario sustituirla por otra y no se les ocurrió a los hermanos cosa más exquisita, coherente y solemne que pedir permiso al Ayuntamiento para disponer de un ciprés del cementerio con el fin de que el escultor Agustín Sánchez Cid tallase la nueva con su madera, lo cual se llevó a efecto. Pero, tal y como se indica en el comentario de la exposición, "la elección del ciprés no debió de ser la más acertada" porque no bien terminada la cruz comenzó a combarse, debido a que la madera estaba todavía verde. De modo que se tomó la decisión de sustituirla de inmediato.

Es lo bueno que tiene ir a exposiciones, aparte del hecho propiamente cultural: que se entera uno de cosas curiosísimas. No es la única que ofrece este repaso histórico a la imagen y a Ocampo, por ejemplo: cualquier sevillano que no suela irse a la Patagonia llegada la primavera podrá creer que el paso del Cristo del Calvario no ha cambiado apenas desde los viejos tiempos. Pues... se va a llevar una sorpresa ese paisano, si se acerca por el patio mayor del Ayuntamiento: las fotos que hay colgadas en esta exposición lo van a dejar con la boca abierta.

Como lo dejará de semejante modo el hecho de que la gente del siglo XVII no solo tenía una letra preciosa, llegado el momento de escribir con pluma pongamos que un testamento, sino que paradójicamente no hay forma de entender lo que pone: otra maravilla de esta muestra que es un ejemplo impecable de lo que tiene que ser una exposición cuando pretende ser, a la vez, culta y didáctica, seria y divertida, fría y emocionante, religiosa y científica. Y todo, gracias a un reto que se cuenta en la sala: En los comienzos del año 1612, Francisco de Ocampo, "escultor de ymaginería", concluyó la talla del crucificado que le había encargado Gaspar Pérez Torquemada para su capilla de la iglesia de Santa Catalina, y que debía ser "tal y tan buena" como la que Montañés había hecho pocos años antes para el Arcediano de Carmona, que hoy conocemos como Cristo de los Cálices. ¿Votos a favor?

De utilidad

Qué: Exposición Francisco de Ocampo y el Cristo del Calvario, 400 años.
Dónde: Patio Mayor del Ayuntamiento de Sevilla, entrada por la puerta principal de la Plaza Nueva.
Cómo: Dos salas (una con enseres, la otra de fotos y carteles) y un breve audiovisual.
Cuándo: De lunes a viernes, de 10 a 13 y de 17 a 20 horas. Los sábados, de 10 a 13 horas.
Cuánto: Entrada gratuita. 

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