La intimista, lírica y mágica obra plástica de Carmen Laffón regresa al panorama galerístico de la ciudad después de once años de silencio; esa misma quietud que envuelve los trabajos con los que da forma a La viña, exposición que Rafael Ortiz inaugura el próximo martes. Sin duda, el acontecimiento artístico de la temporada.
Todo Sanlúcar de Barrameda, ciudad y campo, gira en torno al mundo de la viña: las tierras blanquecinas, la albariza, la variedad de cepas: listán, tempranillo, beba, moscatel... Entre la vivienda y el estudio que Carmen Laffón (Sevilla, 1934) tiene en la playa de la Jara, frente al Coto de Doñana, existe la viña que la pintora sevillana cría y recoge personalmente. Allí se tropieza con las espuertas vacías o rebosantes de racimos maduros. Asiste a lo largo de las cuatro estaciones a los rituales que van de la poda a la vendimia. Siente el latir de esa vida que va marcando el paso del tiempo: los pámpanos verdes, ahora dorados, los sarmientos desnudos, los primeros brotes.
Y es por eso que la mirada de esta artista sevillana -que se ha dirigido siempre hacia la naturalidad de las cosas sencillas para presentarnos su esencia y hacer patente, así, su grandeza- ha decidido apropiarse de esa vida y detenerla en el tiempo a través de dibujos y esculturas, carbones y bronces. El resultado de este trabajo en La Jara, el lugar central de su actividad artística, es La viña, una exposición largamente acariciada por la galería Rafael Ortiz de Sevilla que ve por fin la luz después de tres años de intensos trabajos y sucesivos aplazamientos, y que convierte su inauguración el próximo martes 6 de noviembre, en el acontecimiento artístico de la temporada en la ciudad, debido a la escasez con que Laffón, referente de las vanguardias históricas en Sevilla con su realismo abstracto y onírico, prodiga su trabajo más reciente en su ciudad natal.
Según explica a El Correo el galerista Rafael Ortiz, este trabajo, que reúne dibujos al carbón de gran formato (más de dos metros de altura) e instalaciones escultóricas, como las 21 espuertas con uvas realizadas en bronce que se instalarán a la entrada de la galería, configuran "un claro y rotundo homenaje a su entorno y a la capacidad creadora del hombre, a través de una obra en la que paisaje y bodegón están íntimamente mezclados".
Se trata asimismo, de la continuación de los trabajos que Carmen Laffón presentó en marzo de este mismo año en el Monasterio de Santo Domingo de Silos (en Burgos) dentro de un proyecto encargado por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS).
"La exposición entera es una sola instalación", explica Rafael Ortiz, en relación a la cohesión de este trabajo novedoso en la trayectoria de Laffón, "que se está reinventando siempre", como demuestran los cuatro dibujos de gran formato, una obra "que ha ido puliendo y depurando hasta llegar ahora, que se encuentra en su momento óptimo", explicó ayer el galerista. La exposición se completa con un cuadro que se ha pedido a una colección privada "y que servirá para articular el resto del discurso".
