Chéri no sólo supone el reencuentro de realizador y actriz después de más de dos décadas sino que, al mismo tiempo, sirve para que Stephen Frears y el escritor y guionista Christopher Hampton vuelvan a cruzar sus caminos como ya lo hicieran con Las amistades peligrosas; esto es, adaptando una obra clásica. Con el presente filme, director y guionista acometen la traslación de dos títulos de la literatura francesa, Chéri y El fin de Chéri, de la escritora Gabrielle-Sidonie Colette en un filme cuya historia es, según Frears, "a la vez bella, totalmente pasada de moda y frívola, pero también melancólica y trágica".
Contando con la participación de una Michelle Pfeiffer que cada vez ha ido prodigándose menos en la gran pantalla (algo que tiene mucho que ver con esa maldición que les toca vivir a todas las actrices en Hollywood una vez traspasan los 50 años) Chéri nos traslada al París anterior a la Primera Guerra Mundial. Allí nos encontramos con Léa de Lonval, antigua cortesana que ahora disfruta de la fortuna que amasó durante su juventud y que le permite vivir con todo tipo de lujos y sin preocupaciones, teniendo aventuras con hombres mucho más jóvenes que ella. Uno de estos jóvenes es el hijo de una antigua rival y ahora amiga, Fred Peloux, al que todos llaman Chéri. Cuando se encuentran surge entre ellos una inmediata atracción que se transforma en un apasionado romance. Pero la madre de Chéri tiene otros planes para su hijo y, deseando convertirse en abuela, organiza a sus espaldas un matrimonio de conveniencia con Edmée, la única hija de otra cortesana, algo que conseguirá unir más a Chéri y Léa.
