Se veía venir y un hecho obvio acabó de hacerme comprender la crisis: ni un solo representante chino, ni una sola empresa china en la CES, y menos en APROCOM. Al contrario de las viejas películas, no ha sido Fumanchú ni una revuelta de los bóxer las que han sembrado la inquietud en el malparado comercio sevillano sino la insistencia en ganar dinero a todas horas de este nuevo colectivo emergente, que recuerda la variopinta nación de los comerciantes del esplendor indiano del puerto del nuevo continente.
No quejarse de las obras del metro, no participar en manifestaciones, no ir al Rocío, ni integrarse en las hermandades, no ir al Rastrillo ni a FIBES, te echen lo que echen -más si es de toros o caballos- iba a traer estas consecuencias; y encima sin huelgas. Se lo dije a mi amigo Huang, pero no me hizo caso. ¿Qué trabajo te cuesta ir al Pregón, coger a tu chinito -que no va a desentonar- ponerte el sombrero de alancha e irte a la caseta del jamón o, con el mismo sombrero, ir todos los días a los toros? Es que tengo que trabajar. Vale, pero la cosa está chunga ¿por qué no apuntáis unos pocos de chinitos de monaguillos en el Corpus? ¿O, de momento, sacáis una carroza en la Cabalgata? Es que tengo que trabajar, seguía. Me quieren de asesor, por eso de antropólogo, pero esto lo tienen jodido y no por lo de contratar mal y pagar poco -muy común en el sector y a nadie le han cerrado el negocio-.
Sólo se me ocurre una cosa: que hablen con monseñor, con el Consejo de Cofradías y que funden la Hermandad de los Chinitos. Dentro de doscientos años, ni se notan o salimos todos de nazareno porque estos tíos currelan un taco.
Licenciado en Derecho y Antropología
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