Volver de la muerte sin ser tú mismo, traicionado y hecho prisionero por el que fuera tu maestro y con unos recuerdos prestados que no hacen sino amargar tu vil existencia y darte, al menos, un objetivo vital: la venganza más cruel posible contra aquellos que crearon el ejército de clones superdotados en La Fuerza del que formas parte.
Es el prometedor comienzo de El Poder de la Fuerza II, una de las secuelas más esperadas desde hace mucho tiempo. La lucha de Starkiller por encontrar su propio destino y la recuperación del amor perdido en la entrega anterior son los hilos argumentales básicos, y algo débiles, de esta historia del universo Star Wars. Porque, a pesar de haber intentado profundizar en el trasfondo de los personajes con una historia más oscura y, según el estudio, que recordara a la de El Imperio contraataca, la cosa se ha quedado a medias, desde cierto punto de vista.
Una de las intenciones del equipo de desarrollo era la de trasladar al juego las habilidades que jedis o sith tenían en las películas y que no habían sido aún mostradas en toda su magnitud. Para ello se hace un despliegue técnico espectacular, con un acabado visual de escenarios y modelado de personajes muy por encima de la media y que sumerge al jugador de pleno en el títpico ambiente de la saga galáctica.
El juego pule algunos de los defectos que tenía la anterior entrega, como por ejemplo las mecánicas de combate repetitivas, pero se diluye en cuanto se descubre que se puede avanzar por los escenarios con la sensación de que no hace realmente falta demasiado esfuerzo para superar a nuestros rivales. En un principio la lucha es muy entretenida pero, a la larga, esta facilidad unida, de nuevo, a cierta repetitividad y una duración algo corta de unas ocho horas, pueden lastrar la experiencia.
El Poder de la Fuerza II no es un mal juego y puede resultar muy entretenido, pero da la sensación de no haber desarrollado todo su potencial. Su problema fundamental es la desmesurada expectativa creada en torno suyo, que recuerda la profunda decepción que supuso La Amenaza Fantasma; y la razón es similar: el listón estaba tan alto que convertía en fútil cualquier intento de acercamiento.
Lo que en el título original era una historia profunda y atrayente, aquí se ha convertido en algo, si bien más oscuro, algo más simple y blando, cercano al infame invento midicloriano de las precuelas. En el lado positivo está el aspecto jugable, muy mejorado y que hace olvidar, al menos momentáneamente, esas simplezas. Poder hacer uso de La Fuerza con todo su potencial desatado aumenta la diversión aunque, en algunos momentos, llega a ser excesivo, por inverosímil, lo que se puede hacer con tal poder; y eso obviando que estamos ante un título de aventura/ciencia ficción en estado puro.
Un título ideal para incondicionales y para el que busca un entretenimiento durante unas horas sin llegar a muchas profundidades. Al menos se deja jugar, cosa de la que no pueden presumir muchos juegos actuales. Habrá que ver la reacción de LucasArts para la, previsible, tercera entrega de la serie. Aguardaremos con los dedos cruzados. El truco está en aquello que dijo Yoda: "Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes". Una declaración de intenciones de un maestro de la casa.
