Cofradías

«El día que no salga no podré estar en Sevilla»

el 21 abr 2011 / 19:33 h.

 MIGUEL LORA PANTOJA

Costalero patero del paso del misterio de La Carretería

«El día que no salga no podré estar en Sevilla»

Nada menos que 14 años lleva cargando sobre sus hombros el paso de misterio de la Hermandad de Carretería, 14 intensos y fructíferos años en los que Miguel Lora recuerda "muchas alegrías pero también agobios, aunque siempre salimos, que es lo importante".Narra su historia desde sus inicios como costalero, y explica que su llegada al paso de misterio fue fortuita.

"La verdad es que yo venía al palio, pero no daba la talla, y como hacía falta gente en el paso de misterio, no me lo pensé", argumenta. Desde que ocupa su puesto de patero, siempre se ha situado en la última fila y ahora lleva dos años fijando el zanco. Este patero recuerda, con nostalgia, multitud de momentos vividos que ayudan a crecer como persona.

"Nos ha pasado de todo: compañeros que se lastiman, caídas de última hora... Recuerdo un año en que tres de los cinco traseros estaban de baja, porque el primero había tenido un accidente laboral, el segundo estaba con su padre que había sufrido un infarto, y yo, que tuve una rotura de tobillo y al final salí todavía sin el alta médica", rememora.

Considera a Santa Marta como su cofradía de cuna, y asegura que de su familia sólo él pertenece a La Carretería. "Me hice hermano porque esta cofradía engancha". Él piensa que ser costalero "no es una profesión, sino una vocación que se lleva por dentro, porque se pasan muchas penas que desde fuera no se ven". Pero opina que tiene "un equipo de compañeros muy competente". Con respecto a la pregunta más temida que puede plantearse a cualquier costalero, el momento de abandonar su palo, es sincero. "No quiero ni pensarlo, pero esto es como la retirada de los futbolistas, hay que saber irse a tiempo para dejar el lugar a los nuevos que vienen, eso es ser, para mí, un costalero honrado"

.Es también costalero de los palios del Buen Fin y El Valle y asegura que, aunque su retirada no es inminente, tomará la decisión cuando toque: "Dentro de cuatro años, cuando cumpla los 40, me plantearé disfrutar la Semana Santa en la calle, con mi familia. Dicen que es otra forma bonita de verla, ¿no?". Y de repente, rectifica sus propias palabras: "Lo admito, el año que no salga, no podré estar en Sevilla porque me moriré de la pena, por lo que me iré a la playa, aunque sea un sacrilegio, pero falta para eso y gusta vivir al día".

VICENTE AGRA

Costalero de la Soledad de San Buenaventura

 "Siempre digo a mi gente de Madrid que venga"

En las primeras palabras que Vicente Agra pronuncia en su discurso se adivina, rápidamente, que sus raíces no son de Sevilla. De 42 años, es de Madrid pero está afincado en Sevilla por motivos de trabajo desde hace más de cinco lustros. Recuerda qué hacía en la semana de vacaciones que tenía por estas fechas: "Me la pasaba en la playa. Nunca entendí cuál era la magia de las cofradías hasta que llegué a Sevilla".

Y es que, desde 1999 se encarga de portar en sus hombros la Soledad de San Buenaventura, y en otros momentos de su vida procesionó con otras imágenes, como la Misericordia, Veracruz y Madre de Dios.Los devotos a esta cofradía entienden la problemática que existe en torno al Cristo de la Salvación, "que no sale desde hace años, y parece ser que no lo hará", según expresa apenado. Resulta ser un imposible porque, tras muchas solicitudes de la corporación para lograr el sueño de ver al Cristo de la Salvación en la calle, "es imposible que quepan dos pasos en el convento", sólo reciben negativas.

"El año pasado me tocó ver llorar a mi hija, porque se quedaba el Cristo de la Salvación dentro y eso me llegó hondo". De todas maneras, él es uno de los afortunados que pudo realizar tres chicotás dentro del convento el pasado mes de marzo. "Las más emocionantes de mi vida", sentencia.

Está orgulloso de sacar a la Virgen de la Soledad, y confiesa sentirse "muy enganchado" a su cofradía: "Me hice hermano con convencimiento, devoción y mucha ilusión". Por eso intenta transmitir el sentimiento cofrade en sus círculos más cercanos:"No dejo de aconsejar a mis amigos de Madrid que vengan para disfrutar esta maravillosa fiesta". El costalero relata la excelente relación que mantiene con sus capataces, porque gracias a ellos está aquí, por lo que agradece "a los hermanos Rochi, tanto a José Manuel con su seriedad, como a Pepe, con su carácter feriante", porque le han enseñado "las caras más amables de esta ciudad: las fiestas".

También se emociona al pensar el año que tuvo una caída y no salió. "La cofradía tampoco salió, porque llovió". También habla con gran cariño de cuando su mujer estaba embarazada de sus gemelas, y "Rochi dedicó una levantá para ella, que se emocionó mucho". En la actualidad, una de sus gemelas sale en el cuerpo de acólitos. Por ahora, no se plantea su retirada: "Quiero disfrutar unos años más, me encanta". 

JUAN GUILLÉN

Heredero del cargo de su padre: muñidor de La Mortaja

"Espero hacerlo tan bien como lo hizo mi padre"

 "Se busca muñidor" titulaba la noticia esta misma casa hace unos meses, cuando se anunció la retirada del cargo de Francisco Guillén Gómez, el hombre que puso rostro durante los últimos 25 años a uno de los personajes más carismáticos de la Semana Santa. El actual hermano mayor de La Mortaja dijo en su momento que la decisión de no salir más como muñidor "fue anterior" a la de presentarse al cargo que ahora ocupa. "Creo que ya era hora de dar paso a otra gente, porque he disfrutado mucho en estos años, pero tengo ganas de salir de nazareno", justifica.

Cinco meses han pasado ya desde que se anunciara que el puesto de muñidor quedaba vacante, aunque siempre se barajó la idea de que el cargo "quedara en casa". El tiempo dio la razón a aquellos que pensaron que Juan Guillén, su hijo, asumiría el cargo que su padre llevó durante un cuarto de siglo. "Estoy orgulloso de ser el nuevo muñidor, y espero hacerlo tan bien como mi padre", comenta con convencimiento.La doble campana, que se sitúa delante de la cruz de guía anunciando el cortejo, hará este año el tilín tilón gracias a las manos de este hombre que, con tan sólo 19 años, asegura que es hermano de La Mortaja "desde los cuatro", cuando sus padres lo llevaron por primera vez.

"Mi hermana también pertenece a la cofradía: los dos hemos crecido aquí", asevera. Y es que, en su corta trayectoria cofrade, recuerda los últimos cuatro años "de librea, portando un farol". Este joven está entregado con su cofradía y asegura tener "muchas ganas" de estrenar su nuevo cargo. "Esperemos que no llueva". Su padre, en su doble posición de progenitor del nuevo muñidor y de hermano mayor de la cofradía, también está muy contento. "Porque me gusta que un miembro de mi familia continúe con esta labor tan significativa, y aunque yo no he tenido parte en la elección, me alegra que haya sido así", subraya.

El antiguo muñidor insiste en que no dio ningún consejo a su hijo: "Él lo hará a su manera, y yo estaré aquí para ayudarlo en todo lo que necesite, sobre todo, como dije en su momento, es un puesto que te obliga a mantener el tipo, porque es muy fotografiado". Y no puede resistirse por eso ahora a darle unos consejos desde estas páginas: "Que vaya tranquilo, y le saldrá bien, por lo que deseo que no llueva para que pueda hacer un buen estreno".

ANTONIO ÁLVAREZ

Nazareno de cierre de San Lorenzo

"Golpear la puerta es señal de vuelta"

Más de un cuarto de siglo hace ya que Antonio Álvarez se colocó el capillo negro de La Soledad por primera vez, cuando apenas sabía andar. "Fue a los cuatro añitos y tengo 63, ¡imagínate si me han pasado cosas!".

En sus días en La Soledad, rememora haber ocupado diferentes cargos. "Fui diputado de gobierno desde 1991 a 1994, por lo que pude disfrutar en 1992 del Santo Entierro Magno", una ocasión especial que conmemoraba el 500 aniversario de la llegada a América. "Nos reunimos hermanos del viernes y del sábado para preparar una salida conjunta bastante espectacular", relata todavía emocionado.

"Otro año disfruté de ser maniquetero porque coincidía mi doble cargo de hermano mayor en La Soledad y en la Hermandad del Rocío de Sevilla", apunta.Es nazareno de cierre de San Lorenzo desde hace varios años. "Éramos tres de mi familia: mi tío que murió, mi hermano y yo, por lo que ahora quedamos dos y tres nazarenos más que nos ayudan, en total cinco, ¡esa puerta pesa mucho!", ríe.

Narra también con entusiasmo el orgullo de poder poner un "casi punto final" a la Semana Santa. "Somos los últimos en pasar por carrera oficial, y antes de La Resurrección éramos los que cerrábamos la Semana Santa de Sevilla", puntualiza. Este hombre describe las sensaciones que se perciben en esos últimos momento para los cofrades de La Soledad. "Pasados unos minutos de la media noche, y en una plaza con un silencio sepulcral, entra la Virgen de la Soledad en su casa.

En ese momento, comienza nuestro trabajo: nos quedamos fuera, los últimos, y empujamos la puerta que se cierra de dentro hacia fuera". Él está encantado de ocupar la posición al final del cortejo: "Vas más pegado al paso, se disfruta de la cercanía de la Virgen de la Soledad". De la leyenda del "golpe a la puerta de San Lorenzo", también habla con satisfacción. "Cuando se cierra, y estamos disfrutando de los últimos ratos de cofradía, se escuchan los incansables golpes en la puerta de la gente que se despide hasta el año que viene, porque es la señal de que se volverá a San Lorenzo", explica. Entre los grandes momentos vividos, destaca cuando salió su hijo, "con cuatro añitos", como había hecho él. "Yo lo llevaba de la mano, y este año se estrena mi nieta, me toca llorar, ¡seguro!". 

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