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El discreto poder de la señora Watanabe

Esta señora japonesa no tiene un rostro conocido. Pero en los ambientes económicos se le cita a menudo como causa o víctima de muchas de las volátiles situaciones de los mercados financieros internacionales. Se le atribuye más de un quinto de las inversiones financieras de Japón en el exterior, cerca de 17.000 millones de dólares americanos...

el 15 sep 2009 / 23:13 h.

Esta señora japonesa no tiene un rostro conocido. Pero en los ambientes económicos se le cita a menudo como causa o víctima de muchas de las volátiles situaciones de los mercados financieros internacionales. Se le atribuye más de un quinto de las inversiones financieras de Japón en el exterior, cerca de 17.000 millones de dólares americanos.

Uno de los fondos de inversión más gigantescos del mundo. La señora Watanabe casi nunca sigue la recomendación de los analistas para decidir dónde colocar su dinero. De hecho, viéndolo con la perspectiva de los años, las predicciones de esta desconocida señora han resultado más certeras que los juicios de los expertos más sofisticados.

En más de una ocasión, las decisiones inversoras de esta discreta mujer japonesa han provocado llamadas telefónicas, elevadas de tono, entre los ministros de finanzas de medio mundo. A menudo sus decisiones no siguen las pautas de los bancos centrales, con un elevado grado de acierto. En un mundo al revés, los analistas estudian su comportamiento para asesorar a sus clientes. Realmente impresionados con los nervios de acero que ha desplegado en momentos de zozobra ambiental. Sin el apoyo de solventes profesionales, ni sofisticadas herramientas informáticas de cálculo. De hecho, trabajando con una simple computadora comprada en cualquier tienda, ubicada en el angosto salón de un hogar medio japonés.

La señora Watanabe, esa gran desconocida, realmente no existe. Es como se denomina habitualmente a la mujer japonesa media. Esas famosas amas de casa que se han convertido colectivamente en uno de los agentes más relevantes de las finanzas internacionales. Se ha escrito que mientras los hombres japoneses se dedicaban a destrozar empresas y bancos, estas amas de casa gestionaban sus ahorros, de forma muy eficaz, al margen de la aparente lógica de los mercados.

Un fenómeno fascinante que trae a colación tanto desastre provocado por los pretendidos expertos. Sobre todo, un magnífico ejemplo, a la vista de tanta ansiedad por las medidas públicas en tiempos de crisis. Vamos a vivir tiempos de complejas y débiles iniciativas publicas, que nos han de hacer reflexionar sobre el futuro de nuestro modelo de vida económico. Debemos ser conscientes de la inapelable realidad de un tiempo pasado que ya no volverá.

Asumiendo que nuestro sistema económico no será igual. Entendiendo que vienen situaciones difíciles, que exigen decisiones difíciles. Hay que aceptar que es hora de hacer cambios profundos y urgentes. En las administraciones públicas, en las empresas, en los hogares. Tiempos que requieren preguntarse por el fracaso de los pretendidos expertos y de sus ideas. Interrogándose por el peligroso retraso en las reformas inevitables. Tiempos que exigen ese discreto poder de las señoras Watanabe, que cada ciudadano en una economía en crisis intuye. Ese poder, hoy oculto por la angustia administrativa, que encierra en su propia intimidad y certidumbre.

Abogado

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