Más de 750 mujeres fueron asesinadas brutalmente en Guatemala en 2009. En Honduras se registraron 686 muertes violentas de féminas y en Ciudad Juárez, 130. En El Salvador, la cifras se han duplicado en dos años y en 2009 fallecieron 576.
El feminicidio, un fenómeno que se dio a conocer mundialmente por la situación en Ciudad Juárez, azota con fuerza a los países de Centroamérica y acaba con la vida de miles de mujeres al año.
Con el fin de hacer visible este problema se ha puesto en marcha la gira Política feminicida en la ruptura de la democracia. Uno de los valores de este proyecto es que lo realizan mujeres activistas de derechos humanos y dedicadas a la política. Una labor nada fácil en los países de donde proceden. "Las mujeres que hemos denunciado el feminicidio en Guatemala, hemos tenido que dejar el país", explica Mercedes Hernández, presidenta de la Asociación Mujeres de Guatemala (AMG).
Estas mujeres vislumbran una clara correlación entre la ruptura del orden constitucional en América Latina y la violencia contra las mujeres. Es el caso de Honduras, que sufrió un golpe de estado en junio de 2009. Según Xiomara Castro de Zelaya, ex primera dama del país, "los golpes de estado provocan una violencia, una persecución, especialmente, dirigida hacia las mujeres".
Para explicar por qué este objetivo tan claro contra las féminas, la mujer del ex presidente Manuel Zelaya asegura que "las mujeres somos las más perseguidas porque somos las mas perseverantes y constantes, no desmayamos nunca". En este sentido, Hernández sostiene que las muertes violentas en Guatemala son mensajes claros, que pretenden acabar con la participación política de las mujeres, "ya que todos los movimientos de derechos humanos están encabezados por mujeres".
Según esta experta, el origen de esta violencia extrema contra las mujeres en su país está en "la situación histórica, ancestral de inferioridad de las mujeres", pero también uno de los mayores detonantes se produjo durante la guerra de Guatemala (1960-1996), cuando "el estado declaró a las mujeres enemigo interno del país". "Las políticas de tierra arrasadas llevaban instrucciones específicas de matar, pero antes de matar, violar a las mujeres públicamente", añade la presidenta de AMG.
Pero años después del fin de la guerra, la misoginia instrumentalizada sigue presente en Guatemala, y en otros países de Centroamérica. "Porque el pasado no está desvinculado del presente". Para Hernández, los factores que marcan la violencia actual es la impunidad de la que goza este delito. Y es que el 98% de los casos no se investigan. "El mensaje que lanza la impunidad es que se puede hacer con los cuerpos de las mujeres lo que se quiera, porque nadie va a ser juzgado por ello".
otros agravantes. La situación geográfica de estos países, dentro "del corredor del narcotráfico" agrava la situación, sobre todo, con respecto a las "pandillas juveniles", conocidas como maras, que son usadas por los narcotraficantes como "brazo ejecutor violento". Según explica Hernández, tanto en Guatemala como en Honduras, los jóvenes se gradúan en estos grupos cuando asesinan a sus madres o sacrifican a sus hermanas. "Los pactos se establecen, como ocurría hace años, sobre los cuerpos de las mujeres".
Por su parte, el representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en El Salvador, Richard Barathe, advierte en declaraciones a la agencia Efe que en los últimos diez años la violencia global contra las mujeres, "que incluye agresiones físicas y violaciones", ha crecido un 197%.
Para estas mujeres la solución a esta lacra que golpea, especialmente, a los países de Centroamérica pasa principalmente por "la protección internacional". Un apoyo mundial que consiga acabar con la impunidad de estos delitos y cree una corriente de opinión, que haga visible este grave problema.
