Abogada de profesión y belenista de vocación, Rosa María Fernández consume su tiempo libre en un local con más de tres décadas de historia. Regenta "Belenes San Juan Bosco", un negocio heredado de sus padres y que, gracias a la dedicación familiar, se ha erigido en la referencia de este cotizado mercado a nivel nacional.
- ¿El belenismo es un negocio en crisis?
- Para nada. Además, creo que está creciendo muchísimo gracias a la introducción de nuevos "adeptos".
- ¿Realmente avanza?
- Por supuesto. Ahora vivimos un período de equilibrio, por lo que debemos innovar para captar nuevos clientes. Y lo estamos consiguiendo.
- ¿Las nuevas tecnologías han influido en el crecimiento?
- Sí. Hemos avanzado muchísimo en ese aspecto. El Belén que se montaba hace cuarenta años está totalmente desfasado y hay que renovarse. Ya es muy extraño ver un Nacimiento en el que no haya una fuente de agua corriente o iluminación artificial.
- ¿Las tradiciones importadas os han debilitado?
- No. Es cierto que tienen protagonismo, pero nosotros estamos luchando por fomentar el belenismo. Ya muy pocos colegios o centros públicos no montan un Belén. Además, el surgimiento del paño del Niño Jesús va a originar un nuevo mercado.
- ¿Nunca os afectaron?
- Es cierto que el negocio decayó mucho en la década de los 70, pero la crisis apenas duró unos años. En los últimos 25 no ha parado de crecer.
- Su negocio no cierra en ninguna etapa del año, ¿qué ingenian para subsistir?
- Tal y como tenemos nosotros planteado el tema sí se puede tirar hacia delante, pero es evidente que es un negocio con un claro período de rotación. La época fuerte llega en noviembre y acaba a finales de diciembre.
- ¿Cuál es la más débil en volumen de ventas?
- Sin duda alguna, verano. Sobre todo junio y julio. De todos modos, nosotros vendemos materiales para la construcción de casas y decoración de figuras, y eso nos ayuda muchísimo.
- El coleccionismo es la principal fuente de ingresos, ¿no?
- Es cierto que los coleccionistas son una parte importante, porque es un cliente seguro, pero en los últimos años están invirtiendo muchos particulares.
- ¿Es factible un negocio de este tipo sin conexiones familiares?
- No. La única forma de que esto no caiga es que todos los que trabajemos en él seamos familia. Y así llevamos ya más de 30 años.
- Supongo que adora la Navidad, ¿no?
- Claro. Me encanta la Navidad pero, sobre todo, el mundo del Belén. Este es un negocio de segunda generación. Yo soy abogada, imparto clases en la Universidad, pero nunca paro de trabajar aquí.
- ¿Hay futuro en la profesión?
- Sí, por supuesto. Y creo que ha ayudado la tarea de seguir innovando. Yo llevo la gestión de la tienda y mi hermano la fabricación propia de figuras y complementos, y siempre tenemos en mente cosas nuevas que hacer.
- ¿Se han perdido las clásicas tradiciones?
- No del todo. Todavía hay gente que viene buscando la típica figurita de plástico, pero cuando ve todo el material que ha ido surgiendo acepta el cambio. Apenas un uno por ciento sigue comprando los materiales de siempre.
- ¿Hay un perfil de cliente definido?
- Es curioso, pero no. En ese sentido impera más la vocación que el nivel adquisitivo o la posición social del comprador.
- ¿Cuánto cuesta un Belén?
- Si hablamos de uno completo, -con los grupos principales y algunas figuras secundarias-, y en barro de buena calidad unos 500 euros.
- ¿Se puede obsequiar con uno para Reyes?
- Sí. Además, cada vez hay más gente que regala cosas de este tipo para comuniones o, incluso, bodas.
- ¿Nacimiento o Belén?
- Me quedo con Nacimiento.
