El Museo del Prado no va a devolver la Inmaculada de los Venerables -o de Soult- de Murillo a Sevilla, la ciudad para la que fue pintada y a la que regresó recientemente con motivo de la exposición sobre el pintor sevillano y el mecenas Justino de Neve, El arte de la amistad. La reclamación del lienzo procedía de la Diputación , que había aprobado una resolución por unanimidad -PSOE, PP, IU y PA-, y de diversos expertos y asociaciones, que habían demandado al patronato de la pinacoteca nacional que se depositara este cuadro en el Bellas Artes hispalense o en el lugar para el que fue concebido originalmente, el antiguo Hospital de los Venerables.
El director del Prado, Miguel Zugaza, que acudió ayer a la inauguración de la muestra sobre el paisaje nórdico, dejó clara la postura de su institución. "No nos planteamos la entrega de esa obra", explicó en declaraciones a este periódico. "Se trata de uno de los cuadros más valiosos del museo y no tendría sentido".
Zugaza, que insistió en que ve inviable desprenderse de esta pintura, dijo tener constancia de los movimientos que desde Sevilla se están realizando para la devolución. Cabe recordar que la solicitud ha sido impulsada por el Partido Andalucista (PA) y respaldada por el resto de formaciones políticas de la Diputación. "Sé que están mandando cartas a los patronos solicitándoles que apoyen el traslado, pero no nos planteamos esa posibilidad", zanjó el director, que añadió que el Prado prestó la Inmaculada para la exposición sobre Murillo y Justino de Neve porque "era la ocasión idónea, para una muestra muy relevante", si bien nunca se puso sobre la mesa una cesión definitiva.
Zugaza recordó además que la Inmaculada de los Venerables llegó al Prado gracias a un intercambio en época de Franco con el Louvre, al que se entregó un cuadro de Velázquez, entonces más cotizado que Murillo. Pese a todo, el Patronato del Prado no ha abordado la cuestión aún.
La presencia de esta Inmaculada en su lugar de origen, el Hospital de Los Venerables, durante la citada exposición, originó un movimiento ciudadano y político de reivindicación de esta emblemática pieza, expoliada por las tropas napoleónicas durante la ocupación francesa. No obstante, hasta ahora el apoyo político a esta causa ha sido tibio. Ni la Junta ni el Ayuntamiento se sumaron a la reclamación de la obra. -->-->
