Tenía apariencia de lord flemático pero, en la intimidad, podía ser tan irónico como Woody Allen. Leopoldo Calvo Sotelo siempre tuvo algo de presidente del Gobierno interino; como en funciones entre el 23-F y el cambio del 82. Nos metió en la OTAN pero creía que Las Malvinas eran asuntos distintos y distantes de Gibraltar: el mismo día que pronunció dicha frase tuvo que llevarse de extranjis en un avión privado al comando argentino que detuvo la policía española cuando pretendía atentar contra la Royal Navy en el Peñón. Es injusto que apenas se le recuerde como una especie de valle entre aquellas dos cumbres que, más allá de sus claroscuros, fueron Adolfo Suárez y Felipe González. Quizá es que él fuera gris; pero ese color suele ser elegante
