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Final Fantasy XIII: La fantasía que no cesa

La utopía del paraíso eterno. La paz y el progreso  parecían posibles, la vida en El Nido era fácil y placentera bajo la protección del benevolente gobierno, y el temido Inframundo no tenía, aparentemente, la posibilidad de acercarse siquiera a dañar sus esperanzas y sueños. Se equivocaron.

el 12 mar 2010 / 19:34 h.

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La utopía del paraíso eterno. La paz y el progreso  parecían posibles, la vida en El Nido era fácil y placentera bajo la protección del benevolente gobierno, y el temido Inframundo no tenía, aparentemente, la posibilidad de acercarse siquiera a dañar sus esperanzas y sueños. Se equivocaron.


No se les podía culpar, ni siquiera los protectores fal'Cie vieron venir que el enemigo se despertó de entre ellos mismos, asumió el poder y sometió y marcó a los humanos para convertirlos en sus sirvientes, los lu’Cie, condenados a acatar las órdenes de sus creadores y poner a su servicio sus poderes mágicos bajo pena de afrontar un mal aún peor que la propia muerte: convertirse en cristales o incluso en muertos vivientes. El destino parecería insalvable y la esperanza no tener sentido, pero algunos se propusieron proteger al mundo y a la humanidad  aunque tuviesen que pagar por ello el precio de su vida.


El ambiente dramático y épico del punto de partida guionizado por Motomu Toriyama (FF VII, VIII, X, X-2, XII y Chrystal Chronicles) para la última entrega de Final Fantasy es de manual: la eterna lucha entre el bien y el mal en circunstancias en las que todo está perdido y, aun así, una última esperanza ilumina el incierto horizonte. Un clásico que, bien narrado, nunca falla, y en eso son grandes especialistas en el estudio nipón Square Enix.
Poco o nada podía imaginar Hironobu Sacaguchi que más de 20 años después de crear el primer Final Fantasy y vender más de 92 millones de copias la franquicia estaría más viva que nunca y llegaría a cotas de complejidad impensables en 1987. Y todo siendo fieles a un estilo que les ha hecho únicos a pesar de las imitaciones: historias profundas siempre diferentes entre entregas, jugabilidad en constante evolución, aprovechamiento al límite de los recursos tecnológicos de cada generación de consolas y un deseo de innovación que les hace inspirarse en su propia cultura más que mirar al lejano occidente.


Por ello han creado para la ocasión, y el futuro, el universo de Fabula Nova Crystallis, que engloba varios juegos y también, como marca la tradición, diferentes relatos, encabezados por este FF XIII, al que siguen FF Versus XIII y FF Agito XIII. Y esto sólo como principio. En todos ellos la historia y vivencias de los personajes son la guía fundamental de una trama en la que progresaremos, de forma quizá demasiado tutelada, por sus 13 capítulos y sus entre 40 y 60 horas de juego, si se cumplen todas las misiones.


La progresión se hace según la estructura de un juego de rol (RPG) al estilo japonés más clásico, con un toque muy dramático y unos personajes que rayan en la perfección. La exploración, casi completamente lineal y en determinados momentos algo fría (salvo en el sorprendentemente libre capítulo 11), nos llevará a uno de los puntos fuertes de cualquier RPG: los combates por turnos. Aquí Square Enix ha optado por hacer algunos cambios en el sistema aleatorio de otros FF, el Active Time Battle, que ahora se basa en nuestras acciones a lo largo de los escenarios pudiendo, incluso, realizar ataques por sorpresa y usar varias órdenes por turno para mofa y escarnio de nuestros enemigos. También se ha incluido un nuevo sistema de formaciones con el que se pueden asignar a los compañeros de combate roles determinados para adaptar las estrategias según convenga.


El alma de todo este conjunto es un apartado técnico que hace crecer a Final Fantasy exponencialmente respecto a su historia y que empequeñece a los competidores exprimiendo las posibilidades de las consolas de última generación, especialmente la PS3. La espectacularidad visual emana de todas partes, desde el extremo detallismo de los escenarios (con un horizonte visual nunca visto) al virtuosismo de la escenografía de los combates, todo gracias al motor gráfico Crystal Tools que, entre otras cosas, siempre hará que tengamos el mejor punto de vista de cada secuencia,  como si el mismo Janusz Kaminski en estado de gracia se encargase de la fotografía.


La potencia de este motor se aprecia sobre todo en la perfección y minuciosidad de la presentación de los personajes, tanto en los momentos de exploración como en el clímax del combate, así como en los instantes en que se hacen indistinguibles las diferencias entre acción, transiciones y las secuencias casi cinematográficas de las cinemáticas.
El complemento musical perfecto, indispensable para la épica de todo Final Fantasy, está al cargo esta vez de la mano de Masashi Hamauzu, en lugar del habitual músico de los títulos de Square Enix, Nobuo Uematsu, aunque aquel ha resuelto la monumental papeleta con una solvencia fuera de toda duda, haciendo que la emoción surja de cada nota de su partitura, unas veces clásica y otras más cercana al ambient de Brian Eno. Además, la banda sonora cuenta con un tema central (My Hands) interpretado por la cantante nominada a un Grammy Leona Lewis, lo que le puede valer algún hueco en las listas de éxitos musicales.


Final Fantasy XIII es un juego que aprovecha sin reticencias la potencia que ofrecen las consolas de alta gama y, aunque peca en algunos casos de linealidad, es sin lugar a dudas una demostración de talento, tecnología y de lo que será capaz de hacer Square Enix en un futuro cercano en el difícil terreno del intocable World of Warcraft. Toda una maravilla visual hecha para disfrutar sin tapujos del espectáculo.

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