Cultura

Javier Barón regresa a sus orígenes bailando a 'dos voces'

Javier Barón volverá esta noche a sus orígenes, a la esencia de su flamenco, en el Teatro Lope de Vega. Aunque faltó en la pasada Bienal, regresa en esta XV edición para demostrar que su maestría en el baile no precisa de artificios, más allá de dos guitarras y las voces de José Valencia y Miguel Ortega.

el 15 sep 2009 / 16:09 h.

Javier Barón volverá esta noche a sus orígenes, a la esencia de su flamenco, en el Teatro Lope de Vega. Aunque faltó en la pasada Bienal, regresa en esta XV edición para demostrar que su maestría en el baile no precisa de artificios, más allá de dos guitarras y las voces de José Valencia y Miguel Ortega.

Dirigido escénicamente por David Montero, y musicalmente por Faustino Núñez, el de Alcalá de Guadaíra regresa con Dos voces para un baile, un espectáculo con el que Javier Barón quiere retomar sus primeros pasos en Madrid y Sevilla, ofreciendo al público un montaje puro, en el que el protagonista exclusivo sea el arte jondo, según explicó el artista en la rueda de prensa de presentación.

"El cuerpo me pedía volver atrás. Después de haber hecho espectáculos de gran fortmato, me apetecía subirme a un escenario y ponerme delante del público sin pasar desapercibido", comentó.

El director de escena de Dos voces para un baile abundó en esta idea: "Desde nuestras primeras conversaciones, supe que Javier buscaba la esencia. Decididmos mantener una sencillez absoluta en la puesta en escena y colocar el baile como protagonista absoluto, por delante incluso de la escenografía".

"Hay momentos en la vida de un artista en que se detiene y echa una mirada atás para poder entender mejor al que es y, así, seguir creciendo. Eso hace Javier Barón en Dos voces para un baile. El resultado es un ejercicio de desnudez, de despojamiento de suy baile y de los elementos que lo rodean, para quedarse con el tuétano", reflexiona el bailaor.

La obra, que dura una hora y diez minutos, cuenta con las guitarras de Javier Patino y Ricardo Rivera, mientras que Antonio Molina el Choro y Juan Diego acompañan con palmas a Barón, también director artístico.

A pesar de su mínima e "invisible" puesta en escena, arropan a Barón un potente juego de luces, que acompañarán el baile. El artista consigue así su ansiado objetivo, confeccionar un espectáculo que quede libre y vivo, sin artificios.

Al margen de la pureza del baile, el espectáculo se presenta como una lección didáctica de la que podrán disfrutar y aprender tanto profanos como expertos, según señaló el artista. Así, durante el montaje, recorrerá todo tipo de palos y transitará por todo el repertorio flamenco, con igual entrega y brillantez, pasando con pureza de la farruca a los tangos, de las alegrías a la seguiriya, y de la soleá a las bulerías, sin detenerse en pausas entre cada pieza.

Dos guitarras cómplices y luminosas, el compás preciso y versátil y dos cantaores extensos, generosos y en estado de gracia. Sólo eso. Eso y el baile de Barón. Un baile clásico y arriesgado, exacto y libre, que transita por todo voces para un baile es un regalo, la obra de un artista que, en su madurez, prescinde de ornamentos y atajos.

Con este recital de baile puro, Javier Barón cumple su deseo de estar en la Bienal de Flamenco de Sevilla, y estar como "le pide el cuerpo", desnudo ante el público, demostrando que no ha perdido sus reconocidas dotes coreográficas y sus esencias primarias.

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