Luego se meten con los sevillanos: un extranjero acaba de sacar a subasta por internet un calcetín sudado en el que dice que se ve la cara del Señor. A algún que otro paisano conozco yo que debe de tener un fresco de la Santa Cena. Digresiones aparte, el caso es que la cara del señor se ve a la legua, sí. Y sin mirar la tela. Cuenta el fervoroso fulano que la imagen apareció cuando se quitó el calcetín tras jugar un partido de fútbol y que por eso mismo no piensa lavarlo. Lo que se dice un sudario. Los designios del Señor son inescrutables. Inolisqueables. Para cara digna de verse, la del tonto que compre la prenda en cuanto abra el paquete: la del Anticristo con ardores. La puja va ya por 15 euros, así que sigamos nosotros con nuestros bordados, nuestros inciensos, nuestras caobas y nuestra fama; no hay más que ver que, en lo tocante a las relaciones con la divinidad, son otros quienes tienen un problema. Y de narices.
