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La Fundación Alfonso Perales

No fui a su entierro. El único que quería que supiera que le quería no estaba allí. Me atormentó no haber sabido que se estaba muriendo cuando le vi en Madrid celebrando la fina negociación del Estatuto.

el 16 sep 2009 / 08:29 h.

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No fui a su entierro. El único que quería que supiera que le quería no estaba allí. Me atormentó no haber sabido que se estaba muriendo cuando le vi en Madrid celebrando la fina negociación del Estatuto. Me presentó a Soraya Sainz de Santamaría y al hacerlo esbozó una sonrisa de cierta complicidad mientras le hacía un elogio afable pero con un evidente signo de cansancio. Ya sabría que se estaba muriendo.

Alfonso Perales era un tipo especial. Llevaba conociéndolo desde la década de los ochenta. Éramos entonces, al parecer, adversarios. Nunca pude concretar en qué. Pero él sí sabía que era socialista. En política el adversario, con frecuencia, está predeterminado. No hay espacio para el territorio común. Cuando llegas al puesto de combate, en el bando no siempre acertado, te meten en la trinchera y te dicen hacia donde hay que disparar.

Si no le caía bien nunca me hizo suponerlo. Coincidíamos en el paseo en bicicleta por Cabo Roche y sabiendo mis peripecias ironizábamos con mis antiguos compañeros de viaje, Arenas y demás, con los que yo había recorrido un trecho y que iban hacia un lugar al que yo no quise ir. Cuando sales de la estación no siempre se nota que uno ha elegido la ruta equivocada. Bajarse a mitad de trayecto no es precisamente algo brillante pero es mejor a que te suelten en una estación término que no deseas.

Me gustaba hablar con Perales. Era un político sutil. Era una buena persona. Tenía un sentido de las cosas que no se prodiga mucho entre los que se dedican a esto. Nunca percibí cambios en su trato ni cuando se sentaba en el sillón de Presidente de la Diputación de Cádiz, o en el Gobierno andaluz o en la Ejecutiva federal del PSOE. He visto a tantos transformarse en pavos reales nada más sentarse en el sillón que resaltaba, de verdad, la inalterable personalidad de Alfonso.

Sentí muchísimo la muerte indebida de Perales.

Mañana presentan los socialistas una fundación que lleva no sólo su nombre sino su impronta. La política no permite muchos matices pero el pensamiento es lo que justifica la acción. Crear un espacio de análisis sobre qué es ser socialista en Andalucía no podía haber elegido mejor referencia que la forma de entenderlo que tenía Perales.

Abogado crosadoc@gmail.com

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