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La Habana vs Las Vegas

Merece la pena acercarse al Museo de Huelva para ver Desiderátum (La Habana vs Las Vegas), exposición comisariada por Sema D'Acosta a partir del trabajo fotográfico de Ángel Marcos sobre ambas ciudades americanas...

el 16 sep 2009 / 03:34 h.

Merece la pena acercarse al Museo de Huelva para ver Desiderátum (La Habana vs Las Vegas), exposición comisariada por Sema D'Acosta a partir del trabajo fotográfico de Ángel Marcos sobre ambas ciudades americanas.

La muestra pretende poner de relieve el profundo contraste existente entre dos maneras radicalmente opuestas de entender el mundo, que aquí se nos presentan en sus manifestaciones más extremas. Por un lado, Las Vegas, un lugar en medio de la nada que constituye el máximo exponente de la artificiosidad del sueño americano, con sus infinitos neones y luminosos anunciando mensajes banales y propuestas efímeras. Por otro lado, La Habana, un lugar en medio de una isla que representa como ningún otro la cruda realidad del sueño comunista, con sus irremplazables carteles descoloridos anunciando trasnochadas consignas políticas y falsas esperanzas.

A pesar de las acusadas diferencias, paradójicamente, ambas ciudades poseen un importante nexo común: el juego. Como señala el comisario en el brillante texto del catálogo de la exposición, la estrella de La Habana se apaga para que comience a relumbrar Las Vegas. Desde los años treinta hasta finales de los cincuenta, la ciudad cubana fue conocida por sus casinos, que recibían la visita de muchos norteamericanos ávidos de diversión y esparcimiento. La llegada de la Revolución supuso la confiscación de las casas de juego; a raíz de ahí, los estadounidenses empiezan a darle forma a la idea de levantar una ciudad dedicada a la industria del entretenimiento, aunque fuera en medio del desierto. Si los revolucionarios cubanos no hubieran tomado el poder, quién sabe si nunca se hubiera construido Las Vegas.

La mirada directa de Ángel Marcos, que nos deja entrever algo más allá de lo que nos ofrece a primera vista, se ve realzada por el hilo argumental del discurso, en un espacio, la sala Siglo XXI del museo onubense, en el que montar cualquier cosa digna constituye un auténtico reto, que en este caso ha sido superado con nota muy alta.

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