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La penitencia de García Montero

Luís García Montero, que es un poeta inteligente y exquisito y una persona sincera y comprometida política y socialmente, cometió un error al insultar, en un artículo publicado en El País, a un compañero del departamento de literatura de la Universidad de Granada, José Antonio Fortes, con quién, según cuentan, ya había tenido algún duro enfrentamiento personal.

el 15 sep 2009 / 18:22 h.

Luís García Montero, que es un poeta inteligente y exquisito y una persona sincera y comprometida política y socialmente, cometió un error al insultar, en un artículo publicado en El País, a un compañero del departamento de literatura de la Universidad de Granada, José Antonio Fortes, con quién, según cuentan, ya había tenido algún duro enfrentamiento personal. Por ese error Luís García Montero ha sido condenado por injurias.

Ahora el poeta, profesor y articulista, ganador del Premio Nacional de Poesía, piensa cometer otro error, por el que no va a ser condenado, sino que él sólo se va a condenar. Y es que Luís, tras conocer la sentencia del juez Torres, ha anunciado que va a abandonar la cátedra de literatura en la Universidad de Granada, en la que se inició como profesor en 1981. Los dos errores de García Montero son fruto del apasionamiento, y tal vez es que los buenos poetas no ven la vida como la vemos los demás y por eso, seguramente, son buenos poetas.

En el primer error, es decir al escribir el artículo por el que ha sido condenado, el poeta exteriorizó su íntima repulsión hacia quién había acusado, más o menos de fascistas a García Lorca y a Francisco Ayala, dos hitos en la cultura granadina, andaluza y española.

Es fácil entender y comprender la indignación de alguien como García Montero, pero el error está en que alguien que, como él, domina el lenguaje no utilizara su don para la escritura para decir lo que creía que debía decir, sin meterse en el jardín de las responsabilidades legales. Se ve que los poetas son sublimes en sus cabreos, pero poco prudentes.

Pero, admitido ese primer fallo, Luís ha anunciado que deja la cátedra, lo cuál sería, de llevarse a efecto, un error de bastante más envergadura. Porque sería un error penoso ya que no hay una relación causa efecto, salvo que el problema sea tener que seguir compartiendo departamento con el querellante y ganador pírrico de esta batalla. Pero piensa uno que Luís debería estar por encima de esas cosas y considerar que su abandono de la cátedra, aunque sólo fuese temporal, empobrecería el mundo universitario andaluz, que tampoco está sobrado de figuras como la suya en el ámbito literario.

Confía uno en que García Montero no cometa este segundo error, porque aunque sea encomiable su aptitud desde el punto de vista de la dignidad personal, no sería la respuesta adecuada, ni siquiera la justa penitencia.

Porque la sentencia del Juez Torres es de una insólita dureza, desproporcionada e inusual, cuando estamos viendo, oyendo

y leyendo todos los días, en multitud de medios, expresiones más insultantes e injuriosas que aquellas por las que ha sido condenado el poeta granadino.

No negamos el pecado de origen, pero si parece injusta, aunque se la haya impuesto él mismo, la penitencia de García Montero.

Periodista. juan.ojeda@hotmail.es

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