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La santa infancia

Cuando yo era niño, además de que Marisol pidiera para el Domund, también se pedía para la Santa Infancia. Se mandaban unos cuantos duros a no sé donde y bautizaban a un chinito, aunque mi madre siempre...

el 15 sep 2009 / 19:37 h.

Cuando yo era niño, además de que Marisol pidiera para el Domund, también se pedía para la Santa Infancia. Se mandaban unos cuantos duros a no sé donde y bautizaban a un chinito, aunque mi madre siempre se hacía la pregunta equivocada al razonar sobre por qué no los bautizaban gratis si es que, muriendo sin el agua, iban al limbo. La verdad era que la limosna ayudaba a subsistir a unos misioneros y a la vez servía para que pensáramos que nuestra infancia, aunque fuera en alpargatas, estaba mejor que la del lejano oriente. Las almas de aquellos niños desaparecieron con el desarrollismo y, a partir de ahí, todos nos dedicamos a discutir sobre quien sabía más de métodos educativos.

Ahora parece que la situación ha dado la vuelta sin darnos cuenta, como en el teatro del Pabellón del Siglo XV en la Expo, que giraba mientras te distraías con la obra y al salir no sabías donde estabas. De tanto distraernos con los sucesivos métodos educativos para nuestros hijos, éstos se han dedicado a campar por sus fueros, ésos que los medios de comunicación se encargan de decirnos: niños que matan, que se matan en la madrugada de las carreteras, que forman bandas de canis y otras tribus y rifan navajazos?

Ayer un programa de radio sacaba a relucir los 500 abortos (que se sepan) practicados en Sevilla este año a niñas menores de 15 años y a quienes los dirigían parecía que les preocupaba, sobre todo, el hecho -no sé si el quirúrgico o el moral- de la interrupción del embarazo sin darse cuenta de que, como mi madre, también se hacían la pregunta equivocada. Porque la cuestión es qué hemos hecho para que el embarazo sea algo normalizado a los 15 años. El embarazo, y las muertes, y las bandas, y las reyertas de esta infancia a la que, perdidos entre tanta teoría educativa, hemos dejado de educar.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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