La vida en tres actos

La vida de Magda Díaz, una gallega de 88 años afincada en Sevilla, ha estado siempre marcada por su afición al teatro, una pasión que prolonga hasta estos días.

Magda Díaz, en su casa de Brenes. Foto: Auxi Contreras Magda Díaz, en su casa de Brenes. Foto: Auxi Contreras Hay personas que vienen al mundo para dejar una huella enorme. Por sus actos y por su actitud ante la vida, hay seres que se convierten en modelos a seguir para quienes alguna vez se han cruzado con ellos en el camino. Ése es el caso de Magda Díaz, una gallega afincada en Sevilla desde hace 45 años, que ha convertido su historia en la mejor obra que representar. Es la precursora del Grupo Fundacional de Teatro del Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla, el que ha dirigido hasta ahora. Este mismo viernes Magda estuvo en la Facultad de Psicología de la Hispalense interpretando a una peregrina en ‘Farsa y justicia del señor corregidor’, de Alejandro Casona. El 22 de mayo cumple la nada desdeñable cifra de 89 años. El primer acto de la obra de su vida podría englobar aquellos primeros 15 años en los que estuvo entrando y saliendo de la tierra donde nació, Galicia, por mor del trabajo de su padre. Era militar. En ese tiempo, su Porto do Son natal deja de ser «el centro al que siempre se vuelve» en pos de Noia. Con esa edad, se instala allí definitivamente y es donde la protagonista comienza a comerse la vida. Monta un grupo de teatro infantil con más de medio centenar de niños y, además, organiza una procesión en Semana Santa con todas las niñas representando a algún personaje bíblico. «Las madres todas querían que sus hijas salieran», relata con esa dicción llena de diminutivos y picos de tono propia de su tierra, «y entonces yo cogía la Biblia y buscaba figuras que sacar a la calle». Fue un éxito tan grande que incluso el alcalde personalmente le encargó la organización de la cabalgata de los Reyes Magos. En esta parte tienen lugar las escenas más románticas, pues con 16 años conoce a su Pachín y da comienzo una de las historias de amor más apasionadas, al más puro estilo shakesperiano. Se casa y tiene cuatro hijas: Elena, Mayca, Magda y Manoli. Entonces él, «el más guapo y el más valiente» se alista en la marina mercante y durante unos largos siete años solo lo ve un mes cada uno. Su apuntadora, la primogénita, añade que «ella no quería ser una viuda de vivo, usando las palabras de Rosalía (de Castro)». Fin del primer acto, se cierra el telón. Es aquí cuando llegamos al clímax de la historia pues, después de tantos años alejada de su amor, Magda coge a sus hijas y se montan en un autobús dirección Sevilla. Allí podría estar con su Pachín de quincena en quincena, ya que la ruta que hacía era Sevilla-Canarias. El elenco de artistas se vería reducido en los primeros momentos. Ya no está el grupo de teatro de Noia, ni el resto de su familia. Por eso, al principio, Magda «lloraba todos los días». Pero los amigos fueron llegando, atraídos por esa personalidad arrolladora, y muy pronto se hizo una nueva vida y tres trajes de flamenca que ha lucido durante todos estos años por la feria. Porque puede cambiar la caracterización, pero sus raíces siempre siguen ancladas en Galicia cuya cultura, y hasta acento, ha inculcado a sus hijas y nietos. La apuntadora interviene de nuevo diciendo que «ella había estudiado secretariado en Noia» pero siempre “tuvo la pena de no haber podido ir a la Universidad». Por lo que un día, ya en el año 2000, se enrola en el Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla, matriculándose poco después en la carrera de Periodismo. Fin del segundo acto, se cierra el telón. El tercero comienza con la entrada de Magda, con su pelo de color de rosa, sus uñas coloradas y unas ganas de vivir que muchos quisieran en una reunión del Aula de la Experiencia, donde plantea formar una compañía de teatro que ella misma dirigirá. La iniciativa cuenta con un gran éxito, y el reparto se completa en breve, se montan obras de los Álvarez Quintero y comienzan un tour que arranca en el municipio sevillano de Brenes, donde viven algunas de sus hijas y que es su segundo pueblo. Es el año 2002 y, con el tiempo, este grupo evoluciona representando obras, en las que ella también participa como actriz por toda Sevilla y provincia. En 2008 y 2010 realiza sendas giras por Galicia estrenando ‘La casa de Bernarda Alba’, que para Magda es su obra favorita. Ella era María Josefa. Años después le hacen un homenaje en Noia, donde es una institución y donde sembró una semilla que se mantiene viva hoy entre compañías, artistas y autores. El desenlace es la mejor parte para el espectador, pues saldría del teatro con la esperanza de una vejez como la de la protagonista, a la que todos llaman abueliña. Uñas rojas, «sacrificadas para poder manejar el smartphone», como apunta su Marielena, abalorios para poner un puesto, un perfil en facebook y un Parkinson que parece uno más de sus perritos. Como dice su primogénita, «no puede ver pasar la vida por delante sin participar en ella». Ahora, que pasa la mayor parte de su tiempo en Brenes, vive rodeada de sus hijas, sus nietos y el teatro, llenando su vida de un amor que ella reparte a borbotones. Su Galicia siempre en el corazón, por eso Magda recita, ente lágrimas, el poema de Rosalía de Castro ‘Adiós ríos, adiós fontes’. Fin de la obra, se cierra el telón.  

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