El secretario general de los socialistas españoles, José Luis Rodríguez Zapatero, aprovechó ayer su primer discurso en el congreso federal del PSOE para la defensa de su gestión de los últimos cuatro años. En casi todo, se ciñó al guión esperado: se refirió al fracaso en el proceso de paz -"no fue posible"-, remarcó que no hay vuelta atrás en medidas como el matrimonio homosexual y criticó a quienes usan la lengua española "como usaron en su día la bandera".
Lo que ya no era tan previsible era que defendiera su procvlamado optismismo en materia económica como "una exigencia moral" y que reclamara a los delegados que se dediquen "a trabajar y a consumir". La incitación al consumo demuestra una preocupación por la crisis (o como quiera llamarla) que también compartía ayer el presidente de los socialistas, Manuel Chaves, quien aseguró que el eje esencial de esta legislatura será "hacerle frente a los problemas de la economía".
Pero hay vida más allá de la desaceleración. El PSOE también quiere trasladar otros mensajes este fin de semana. De momento hay ya dos ejemplos palpables. De un lado, la referencia al "derecho a la dignidad humana en el proceso de muerte", que recoge una inquietud que gana peso en la sociedad española tras las sedaciones de Leganés. Y del otro, la oferta del voto para los inmigrantes, que facilitaría que quien vive aquí de forma estable tenga un mayor compromiso con su comunidad.
La medida es justa, pero cabe objetarle que parece un guiño que busca mitigar los efectos del endurecimiento de la legislación sobre inmigración planteada por el Gobierno. Ya se verá en qué se concretan estas medidas, pero sí es verdad que dejan una sensación perceptible: el PSOE quiere darle una vuelta de tuerca a su discurso más social para demostrar que su discurso actual ni está agotado ni tiene por qué ralentizarse en un escenario de recesión como el que se avecina.
