La televisión está jugando un papel central en la cuestión de la violencia de género, en los casos de asesinos pederastas y demás patologías sociales particularmente repulsivas. Resulta curioso ver que ya tenemos mujeres asesinadas por sus parejas y convictos de abusos sexuales a menores seguidos de muerte que habían salido en la televisión alertando del peligro que corrían o a resultas de acusaciones anteriores por casos parecidos. La madre del muchacho que paseaba su cabeza seccionada en una bolsa había pasado por un plató avisando en un programa sobre su problema, nadie le hizo caso.
El pederasta reincidente había hecho unas declaraciones vomitivas a Canal Sur ante un Juzgado de Sevilla afirmando que si pensara abusar de alguien lo haría de su mujer, una desgraciada que le escuchaba conforme y a su lado. Parece ser que ni los jueces ni la Policía tienen tiempo de ver la tele. Pero a los asesinos, violadores y pederastas les conocemos. Como conocemos la angustia de mujeres que acuden a la televisión para dejar constancia de los riesgos que corren por dejar a sus maridos. La televisión no llega después de la noticia, en muchos casos llega antes. Anticipa la noticia que vamos a ver un tiempo después. Que no estaban exagerando, que sabían que iban a morir sin que la sociedad hiciera otra cosa que mirar la tele indiferente. Pasan muchas atrocidades porque la gente no quiere saber de las desgracias ajenas aunque les gusta verlas por la televisión. Y el CAA a sus broncas.
Abogado
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