En 1930 Agustín López Macías Galerín, periodista de El Liberal, soltó aquella frase que lo hizo célebre: de la Exposición Iberoamericana sólo han comido las palomas del Parque porque el evento, padre de todos los eventos de aquella Sevilla, había acabado por hincar el pico en el crack de la Bolsa de Nueva York. Galerín podría ser un guía para esta crisis que nos ha tocado vivir porque, además de "fijarse mucho", como las lechuzas camufladas de loro, era loro con máquina de escribir Remington o Underwood y soltaba todo aquello en lo que se fijaba.
Diez años antes, en medio del veraneo de su ciudad que era Sanlúcar de Barrameda, se fijaba en que la gente iba a la playa no para ir a la playa sino para presumir paseando en multitud por la Calzada, ese gigantesco salón modernista al que ahora no hacen ni caso en Sanlúcar. Allí la gente fantaseaba llevando una prenda de verano (de verano de la playa del Sardinero, en Santander) que se llamaba jersey y pregonando donde habían -o decían haber- comido y donde pensaban cenar. Galerín se fijaba en los derroches y luego los contaba en su periódico que, premonitoriamente, dejó de imprimirse el 17 de julio de 1936.
Ayer llenaban el Parque de María Luisa mayores y niños, sobre todo en la Plaza de América, parloteando sobre la nostalgia y la recuperación del tiempo perdido. ¡Que lejanos aquellos en los que, solos, Alfonso Guerra y yo enseñábamos a pedalear a nuestros hijos! La gente se agolpaba en la explanada de las palomas gastando la módica cantidad de un euro y medio en echarles de comer pero los arvejones quedaban desparramados inútilmente por el suelo: de nuevo, como en 1930, las palomas estaban hartas. Quizás, de haber vivido, Galerín habría dicho algo magnífico; no sabemos qué pero, seguro, versaría sobre la condición humana.
Antonio Zoido es escritor e historiador.
