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Los ‘Acorralados’ huyen

el 23 dic 2011 / 21:22 h.

El sol se pone en Asturias, pero ya no sale humo por la chimenea de la casona. Nadie vigila el fuego. Chipirón, el burro, tiene nuevo dueño; la vaca y su ternero, que nació en pleno reality, y el resto de los animales están con el patrón. El hórreo, el almacén y los establos vuelven a estar fríos y solitarios. Los supuestos fantasmas de la finca descansan tranquilos por fin. Los Acorralados ya han escapado, pero uno de ellos, Nagore Robles, lo ha hecho por la puerta grande ataviada con un cheque valorado en 120.000 de euros.

Hace tres meses Magnolia TV lanzó un envite al aire. Esta vez decidieron que no hacía falta atravesar el Atlántico para viajar a las costas de Honduras ni de Nicaragua, tampoco era necesario adentrarse en la selva ni convivir con los bichos más desagradables para conseguir ser un buen Superviviente. Los responsables de la productora vieron que el norte de España también ofrecía, entre manzanos, un paraje inédito para la telerrealidad. Con lo mínimo, sin agua caliente, calefacción, sin ducha, sin camas y prácticamente sin medios, dieciséis concursantes escogidos entre los famosos y famosillos se adentraron en esta aventura que el jueves tocó a su fin.

Acorralados ha sido la última apuesta de Mediaset España en formato reality. Presentado por Jorge Javier Vázquez y Raquel Sánchez Silva, los paisajes asturianos han entrado por la ventana televisiva de los hogares españoles decorando las experiencias vividas por los participantes, entre los que se encontraban las finalistas Blanca de Borbón, hija de don Leandro de Borbón; la exmujer de Chiquetete y colaboradora de Sálvame, Raquel Bollo; la artista brasileña Regina Do Santos y la exgranhermana y novia de Sofía Cristo, Nagore Robles, que finalmente se hizo con el premio. También pasaron por la casona el jinete sevillano Álvaro Muñoz Escassi, El Dioni, Mariangeles Delgado -madre de la controvertida Aída Nízar–, los extronistas de Mujeres y hombres y viceversa Pedro Reche y Brenda Cerdá, el modelo Raúl Hidalgo, la presentadora de espacios infantiles Leticia Savater, Antonio David Flores –exmarido de la hija de Rocío Jurado–, la actriz Barbara Rey, Liberto López de la Franca –exprofesor de Las joyas de la corona–, Úrsula Aguilar –Miss Málaga– y la artista erótica Sonia Baby.

El éxito de audiencia ha sido tan importante que hasta ampliaron la duración del concurso. Un experimento televisivo en el que los participantes han tenido que adaptarse a la sencillez de la vida rural aprendiendo a ordeñar, limpiar establos, cuidar animales, cocinar en horno de leña, lavar a mano, sembrar, hacer queso, pan y morcillas, cuidar un huerto o podar terrenos. Con una dieta casi exclusiva de manzanas, castañas, acelgas, leche y algún huevo que otro, los Acorralados han trabajado a cambio de comida. Las pruebas semanales, basadas en tareas del campo en general no muy agradables, o las que les daban la inmunidad, han dado espectáculos no siempre afortunados, pero sin duda morbosos para la audiencia. En el camino, la profesionalidad nada discutible de un equipo trasladado hasta Asturias y encargado de organizar actividades y de controlar a los no siempre controlables concursantes, se veía las caras con el divertido toque y la complicidad de Jorge Javier con Raquel, que repetían tras el éxito de Supervivientes. No obstante, los telespectadores han sido testigos también de momentos esperpénticos, entre ellos algunos que entremezclaban a los participantes, ajenos a lo que ocurría fuera de Asturias, con situaciones que se retroalimentaban por todos los programas de Telecinco. Los responsables de la cadena amiga han hecho su agosto en este último trimestre del año. El malestar de Blanca de Borbón y su padre con la Familia Real de fondo ha sido uno de los culebrones de mayor audiencia del reality; aunque la relación que se ha hecho pública en el concurso entre Nagore Robles y la hija de Bárbara Rey, Sofía Cristo, llevaron a suegra y nuera a enfrentamientos tensos durante los días en los que convivieron juntas. Por otra parte, Antonio David Flores ha despertado el nunca olvidado tema de su matrimonio con Rocío Carrasco y de su relación con la desaparecida Rocío Jurado; los supuestos malos tratos recibidos por Raquel Bollo de su ex Chiquetete, también han sido uno de los platos fuertes del reality. No muy atrás queda la vergonzosa actitud de la colaboradora de la cadena Aída Nízar, que ha protagonizado broncas monumentales en los platós, muchas de ellas alimentadas por el presentador y casi ninguna respetando la más mínima norma de educación.

Palabras malsonantes, faltas de respeto, amagos de enfrentamiento físico, comentarios machistas y homófobos, violencia verbal, escenas grotescas y actuaciones artificiales por parte de algunos de los participantes son el balance negativo de un programa que, por el contrario, ha dejado llenas las arcas de la cadena, ha entretenido a gran parte de la audiencia y ha dejado imágenes y declaraciones ansiadas durante años por la prensa del corazón. Pero las preguntas siguen siendo las mismas desde que hace más de una década Gran Hermano irrumpiera en televisión y se convirtiera en prototipo del reality por excelencia. ¿Por qué Acorralados, como último ejemplo, finaliza su primera entrega como líder destacado de su franja con una media superior a los 2,5 millones de espectadores y un 18,1% de share? ¿Por qué un programa, que muchos no se atreven a confesar que ven, es seguido por más de un millón de internautas que han registrado un total de 41,2 millones de páginas vistas y casi 9,8 millones de vídeos reproducidos?

Las cifras son escalofriantes y hacen plantearse qué es lo que busca el telespectador. Un telespectador que, semanas atrás, plantó cara a Telecinco tras la entrevista a la madre del Cuco en La Noria, provocando la huida masiva de la publicidad durante unos días y el que la cadena haya eliminado algunos de los llamados programas casposos en busca del prestigio perdido. Pero esa audiencia, la misma que indignada twittea hasta borrar teclas por este tipo de televisión, también es capaz de gastarse los euros en llamar para expulsar a los concursantes, lo que hace que la telerrealidad siga siendo un valor seguro. Por tanto, no es de extrañar que las emisoras ya repartan el año televisivo en realities, de ese modo cada trimestre garantizan una media alta de audiencia y carnaza para sus programas. Acorralados ha dicho adiós, pero Gran Hermano, con Mercedes Milá al timón, en su edición 12+1 está llamando a la puerta. El morbo está servido y las cuentas, aseguradas.

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