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Los libreros se suman a la lucha

Los principales establecimientos envolverán hoy los libros que vendan con nuestro papel de periódico, en señal de apoyo.

el 13 nov 2013 / 20:56 h.

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libroswebDicen que el papel está ya muerto, pero no es verdad. Los libreros sevillanos, haciendo gala de una dignidad propia de su oficio (pero no tan propia de los aborregados y sumisos tiempos que corren), han decidido expresar su solidaridad con este medio de comunicación y con su plantilla –en grave crisis– envolviendo los libros que vendan durante la jornada de hoy con hojas de periódico de El Correo de Andalucía. La idea la ha promovido Manuel de Medio desde La Casa del Libro, la primera entidad de su especie en apuntarse, con la colaboración con la Federación Andaluza de Libreros en la persona de su secretario general, Javier López Yáñez. Ambos han concitado para la ocasión el apoyo de 23 establecimientos señeros de Sevilla y de fuera de ella bajo el lema El Correo envuelve los libros. Los comercios participantes son La Casa del Libro (calle Velázquez, 8) y las librerías Reguera (Almirante Apodaca, 23); Falla (Maestro Falla, 26); El Gusanito Lector (Feria, 110); El Pinar (Fernando Cámara, 50, El Cuervo-Sevilla); Repiso (Cerrajería, 4); Quorum (Ancha, 27, Cádiz); Qüentum y QiQ (Sagasta, 27, Cádiz); Rayuela (José Luis Luque, 6 y Barcelona, 3); Musicomanía Sur (Ramón y Cajal, 120); Un Gato en Bicicleta (Regina, 8); Tarsis (Luis de Morales, 1); FNAC (Constitución, 8); La Nueva (Guadiana, 39, Valencina de la Concepción); Alvés (Forjadores, local 2); Anatma (Pasaje Los Azahares, 16); y las librerías Beta de Sierpes, 25; República Argentina, 15; San Pablo, 12; Asunción, 31; Hernando del Pulgar, 2; Eduardo Dato, 28; y Pirotecnia, 1. Más las que se vayan sumando, si se cumplen las previsiones de los organizadores. Uno de ellos, Manuel de Medio, hacía llegar ayer tarde al periódico el siguiente escrito, titulado Humo: Los gritos de los redactores, el soniquete de las llamadas de teléfono, una niebla formada por el humo de los cigarrillos. Hace veinte años un iluso aprendiz de periodismo entraba por la puerta de la redacción con el máximo respeto, como si de un templo sagrado se tratara, y se encontraba con ese espectáculo. Dos decenas de años después nos encontramos con redacciones limpias, ordenadas, se habla en susurro. Nos hemos vuelto educados, políticamente correctos. No se fuma. Obedecemos al poder, sea cual sea. Enterramos aquella primera lección ingenua de la Facultad: “Sois los garantes de la libertad” y la cambiamos por el espectáculo informativo. Estamos convencidos de que “el espectáculo debe continuar”. ¿Salir en busca de la noticia? Mejor espero a que me llegue la nota del gabinete de comunicación. La copio y la pego. Las editoras han sustituido a maestros en la dirección del medio por directores financieros. Las cuentas tienen que cuadrar a final de año. Un redactor no puede dedicarse a un reportaje durante un mes. Para qué investigar. No es rentable. Los lectores buscan colorines con muchas fotos, con imágenes espectaculares, nunca vistas… pero que no sean desagradables. Por favor estamos almorzando, desayunando… cenando. Huyen de una página con dos columnas seguidas de textos. Por eso admiro a Palahniuk. Se refugió en la literatura y nos arroja toda nuestra inmundicia. Me hace estar vivo. Por eso respeto a mis compañeros de El Correo de Andalucía. Tuvo que ser El Correo. La cabecera que siempre supo sortear regímenes, crisis y especuladores. Hoy, compañeros, vosotros que guardáis como centinelas esa mancheta, os ofrecemos esta iniciativa desde los libros. Sólo os pido una cosa. Cuando todo se tranquilice volved a fumar en la redacción, por favor. Es su forma de resumir el porqué de todo esto. Oficialmente, según la nota difundida, la razón de montar toda esta operación está en que “los libreros de Sevilla reconocen, de esta manera, el esfuerzo que durante estos últimos ciento quince años El Correo de Andalucía ha hecho por la cultura local en general y por los libros en particular, llegando a ser su sección de Cultura merecedora del Premio Feria del Libro de Sevilla en 2010”. Pero la verdad va mucho más allá. “Sería una pérdida terrible para la ciudad”, decía ayer tarde, con una serenidad que entristecía aún más su frase, Julio Reguera, el responsable de la librería que lleva su apellido. “Tenemos que defender El Correo”, añadía él, “porque es el mejor representante de la historia de la vida cotidiana de la ciudad, y estamos deseando que salga adelante”. No hay más que echarle un ojo a la lista de participantes para ver que se trata de un clamor compartido. “Es total y absolutamente necesario”, comentaba tras el mostrador de Anatma, con una dulzura repleta de esperanza, la librera Pilar Vaz Lorenzo. “No puede desaparecer. Hay que alentarlo, defenderlo entre todos nosotros. Todo lo que se haga será poco, y por supuesto que cuenta con todo el apoyo. Es algo que hacemos por nosotros mismos. Yo, que llevo 37 años en la librería, he soportado al Caudillo pero creo que esto de ahora no lo voy a poder superar. Tenemos que ayudarnos.” Un argumento reiterado desde El Cuervo por Juan Arriaza, de la librería El Pinar: “Estamos en el mismo barco. Me siento obligado a ello. En el fondo, es ayudarnos entre nosotros. Y además, en este caso, El Correo es una institución que se lo merece.” Pero hay más razones, como apuntaba Miguel Ángel Escalera en la librería Rayuela: “Hay que estar ayudando y defendiendo a El Correo porque es un medio que demuestra pluralidad en una ciudad tan necesitada de ello como lo es Sevilla. Y defender también a su plantilla como trabajadores que son.” Desde la librería Beta de la calle Sierpes, Rafael Navarro añade: “Nos solidarizamos con El Correo porque somos una cadena de librerías andaluzas que nace en Sevilla. Sabemos muy bien la importancia de la historia: estamos en lo que fue un teatro que se creó en 1905. Desde esa perspectiva, solo puedo decir que es un honor y un privilegio colaborar en la tarea de que siga existiendo un periódico con cerca de 115 años de vida.” Está por ver. 115 años no es mala edad para morirse, pero tampoco lo es para seguir viviendo cuando uno se siente joven. Y sobre todo, después de que el periódico, como cuenta De Medio, lograse dejar el tabaco. Con el trabajito que le costó.

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