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Más madera, son las elecciones

Almirante Lobo no es el único lugar donde se puede llorar por los plátanos de sombra a falta solo de nueve meses para las municipales.

el 31 ago 2014 / 21:57 h.

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MALTRATO A LOS ARBOLES El tocón de uno de los plátanos talados en AlmiranteLobo, con la Torre del Oro al fondo. / Fotos: José Luis Montero Aberración, arboricidio, salvajada, desastre, imperdonable, apocalíptica... No es lo que dicen los críticos sobre la filmografía de Roland Emmerich, sino parte de la sarta de quejas e improperios que se ha llevado en Twitter este fin de semana el alcalde, Juan Ignacio Zoido, tras la tala de los 27 plátanos de sombra que entoldaban y forraban la calle Almirante Lobo, que es la que lleva desde la Puerta de Jerez hasta la Torre del Oro. Pero mientras el punto de mira cívico y ecologista se concentra en este paraje para expresar su denuncia, en el resto de Sevilla el maltrato a los árboles sigue siendo uno de los deportes más practicados sin que nadie saque el megáfono. Da igual si uno vive en el Distrito San Pablo-Santa Justa o si se pasea por el mismísimo corazón de la ciudad romántica: por doquier, el espectáculo es de los que dejan sin palabras. El Correo salió ayer a la calle a ver si los sevillanos –no el Ayuntamiento: los vecinos– cuidan sus árboles y sus plantas, y la conclusión, a la luz del elocuente reportaje gráfico, fue desoladora: la simple foto de alrededor de una docena de latas vacías de cerveza acumuladas en el hueco de otro plátano de sombra –esta vez, en la calle Palos de la Frontera, a tres minutos andando de la anterior–, entre otras escenas, bastaba como radiografía de la realidad. Se trataba de ir más allá del caso concreto de que un alcalde mande talar treinta árboles a falta de nueve meses para unas municipales, con el eco que eso desprende –lo cual tiene fácil solución en todo caso: se miran los informes y si la medida no era imprescindible por exigencias de la obra y por razones de seguridad, con votar a otro es suficiente–, y ver si el verdadero problema está en la gente –contrariedad que carecería de remedio a corto y medio plazo–. Las que se muestran aquí son una brevísima selección de imágenes que intentan solventar esa duda. Para complementarla basta con darse un paseo por Sevilla. En el caso de la calle citada, las críticas arreciaron de tal modo que desde el propio perfil de Twitter del alcalde se bajó a la arena a responder: «El apeo de árboles en Almirante Lobo», escribía @zoidoalcalde, «no es un capricho, era inevitable para sustituir la red de saneamiento de agua, entre otras cosas», para añadir, en otro momento, que la eliminación de esa treintena de ejemplares de plátanos de sombra –una especie muy recurrente en los paseos arbolados sevillanos– se suplirá con la plantación del doble de unidades, aunque ya no serán de este tipo enorme y robusto, sino árboles orquídeas, más discretos y con flores rosas. Como contó este periódico días atrás, la decisión de talar no se improvisó: el proyecto técnico que hizo la Gerencia Municipal deUrbanismo para reurbanizar esa calle incluía la retirada de todos los árboles –la mitad para volver a trasplantarlos– y su sustitución por otros 44. Se justificaba esto en que los plátanos de sombra presentaban en Almirante Lobo una disposición «caótica», con el añadido de que no gozaban de «muy buen estado en muchos casos» y encima tapaban la vista de la Torre del Oro e impedían la ejecución de la obra. Pero los críticos también tienen sus argumentos: Ecologistas en Acción denunció hace unos días que lleva desde primeros de febrero pasado pidiendo que les dejen consultar el expediente de esta obra, petición que les ha sido denegada, contraviniendo de ese modo, según dijeron en un comunicado, el derecho legal de la ciudadanía a acceder a información de relevancia ambiental. También señalaban los ecologistas que para resolver el problema de las vistas de la Torre del Oro bastaba con podar ciertas ramas, y que el presunto problema de salud de estos árboles no era para tanto: se hablaba de lesiones graves en forma de oquedades y pudriciones en ramas principales, «pero eso no se corresponde con la realidad», señalaba la nota, «como hemos podido comprobar. Porque de los 27 árboles de esta calle incluidos en el ámbito de la reurbanización, sólo nueve muestran evidencias externas de ese tipo de lesiones». MALTRATO A LOS ARBOLESEl caso es que Zoido ha vuelto a lucir –no es la primera vez– ese apelativo que también se le aplicó en su día a su predecesor en el cargo, Alfredo Sánchez Monteseirín: el de Manostijeras. Pero en honor a la verdad, ayer mismo se podía ver en la Avenida de Isabel la Católica, en las mismas puertas del Parque de María Luisa, otro soberbio ejemplar de plátano de sombra al que han tenido que colocar una tela metálica alrededor de la oquedad de su viejo tronco para que la gente no le arroje basura dentro. Y si el año pasado y el anterior ya se dio cumplida cuenta de cómo se empapelan literalmente algunos árboles de la Cartuja con ofertas de pisos para estudiantes, ayer volvían a verse forrados de papelotes. Mientras tanto, en la otra punta de Sevilla, por la Avenida del Pueblo Saharaui y alrededores, unas losas de terrazo arrojadas a los alcorques y un árbol encadenado por su base con una pitón de moto mostraba el paisaje vegetal habitual de estos contornos. No hay que irse hasta Kansas City para ver algo así: basta con acercarse cualquier día a la Plaza de San Lorenzo, igualmente anclada al suelo por unos cuantos ejemplares rotundos de esa misma especie, el plátano de sombra, por la que ahora se llora en la esquina del Coliseo, según se mira hacia la Torre del Oro.

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