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Muerte de amor

El próximo viernes día 22 tendrá lugar en el Teatro de la Maestranza un acontecimiento trascendental en la historia lírica de nuestra ciudad: la representación por primera vez en Sevilla, con un reparto de lujo y bajo la dirección de Pedro Halffter, de la ópera de Richard Wagner "Tristán e Isolda"...

el 16 sep 2009 / 02:50 h.

El próximo viernes día 22 tendrá lugar en el Teatro de la Maestranza un acontecimiento trascendental en la historia lírica de nuestra ciudad: la representación por primera vez en Sevilla, con un reparto de lujo y bajo la dirección de Pedro Halffter, de la ópera de Richard Wagner "Tristán e Isolda". Ello tiene lugar 144 años después de su estreno absoluto el 10 de junio de 1865 en el Teatro de la Corte de Munich, con el mecenazgo del excéntrico monarca Luis II de Baviera. En este estreno muniqués condujo la orquesta desde el foso el gran director Hans von Büllow, cuya esposa, Cosima Liszt (hija de Franz Liszt), había entregado su corazón desde dos años antes al compositor para convertirse hasta la muerte de este en 1883 en su inseparable compañera.

Es Tristán e Isolda la más bella historia de amor jamás llevada a un escenario lírico. Si todas las óperas de Wagner -como se ha dicho- son proyección autobiográfica, más o menos inconsciente, del compositor, el tema de la redención por el amor está presente en la mayor parte de su producción, como un motivo obsesivo y recurrente al que acudió una y otra vez al redactar los libretos de los títulos más conocidos de su creación lírica: Las hadas, El holandés errante, Lohengrin, Tannhäuser o Parsifal. Pero es en Tristán e Isolda donde la muerte y el amor mismo liberan a los dos protagonistas de su propia existencia terrenal para hacerlos trascender hasta encontrar la sublimación de este amor, su plena consumación, en el No Ser, más allá de la muerte.

Los personajes de nuestra ópera, Tristán e Isolda, como en la antigua leyenda medieval, se funden en el mundo de la noche en un abrazo eterno, atemporal, redimidos de las coordenadas intramundanas del espacio y de la propia corporeidad. Con insondable belleza lo expresan compartidamente los dos amantes en el momento cumbre del sobrenatural dúo de amor del segundo acto: "Así moriríamos para estar más unidos, ligados eternamente, sin fin, sin despertar, sin angustias, sin nombres, aprisionados por el Amor, entregados el uno al otro! para sólo vivir por el Amor!". El propio Wagner sabe definir esta situación en la explicación del preludio de su obra: "¡En vano! Impotente, el corazón se abate para desfallecer de nostalgia? es el embeleso del morir, del "no ser ya", de la ultima redención en ese reino maravilloso del que más nos alejamos cuando nos empeñamos en infiltrarnos en él con ímpetu arrollador. ¿Lo llamamos muerte? -se sigue preguntando el compositor- ¿o es el maravilloso mundo de la noche del que, como dice la leyenda, brotó una hiedra y una vid sobre las tumbas de Tristán e Isolda y crecieron en estrecho abrazo?".

Es el triple tema de la Liberación, de la Redención por el Amor y de la Sublimación del Amor mismo más allá de la Muerte el que se expresa, como tres facetas de una misma realidad ontológica, en esta obra cumbre de la producción wagneriana, que el gran pintor cántabro Rogelio de Egusquiza (1845-1915), amigo personal de Wagner, con el que mantuvo correspondencia, supo plasmar en el sobrenatural lienzo que reproducimos sobre estas líneas.

Catedrático de Historia de América y miembro del Consejo Editorial de El Correo.

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