Quién toma esas decisiones? El deporte ¿no es considerado un quehacer sublime, un símbolo de superación pacífica, una cita entre iguales? ¿No es un ejemplo de cómo conseguimos logros en libertad? ¿Cómo resulta admisible que el país que ejecuta a muerte a la mayoría de los ajusticiados de la Tierra tenga la responsabilidad de los siguiente Juegos Olímpicos?
Estudiantes, trabajadores e intelectuales irrumpieron en la plaza de Tian'namen en 1989 para protestar por la represión china. La respuesta del ejército y de los servicios de seguridad procuró más muertos que los contados en la caída de las Torres Gemelas. La expulsión de la prensa y el silencio tenaz aún dificultan saber con precisión el número de víctimas de la represión.
20 años después, la prensa vuelve a ser expulsada del Tíbet. La rebeldía tibetana está mostrando, a quienes no lo tenían claro, la falta de escrúpulos de un gigante que camina hacia el liderazgo planetario.
El dios Orden requiere un esfuerzo especialmente sangriento en el país con más habitantes del globo. Sin ojos ni oídos extranjeros, los tibetanos quedan reducidos a un mosquito aplastado en el escaparate olímpico.
