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Partido nuevo y confrontación ya antigua

El guión salta por los aires. Ni Rajoy es amable con Andalucía ni la batalla del PSOE parece ser un revulsivo

el 07 ene 2012 / 19:25 h.

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Rajoy y Arenas se abrazan hace un año en Sevilla.

Una cosa es la teoría y otra la práctica. Es un tópico pero se cumple en mucho ámbitos de la vida y también en la política. Apenas una semana pasada de 2012 y las estupendas teorías que crearon PSOE y PP para afrontar la recta final antes de la campaña de las elecciones andaluzas de marzo (sin fecha siguen) han caído derribadas por la contumacia de los hechos. Ni el Gobierno de Rajoy es todo amabilidad hacia Andalucía ni ha suavizado sus acciones para que Javier Arenas tenga una entrada en San Telmo más cómoda y sin sobresaltos. Ni el congreso que elegirá líder en el PSOE parece llamado a ser el revulsivo imprescindible para relanzar a este partido al asalto de la Presidencia de la Junta con más brío que nunca. Ni mucho menos.

Los teóricos de uno y otro partido han perdido la batalla ante una realidad política que es, incluso más dura y complicada, de lo que pudo pensarse hace solo dos semanas. El Gobierno del PP en Madrid camina con paso firme en una senda de recortes de gran dureza y Rajoy tiene muy claro que si debe elegir entre quedar bien en Andalucía o en Bruselas, su vista está en la capital europea. Mientras, el PSOE acaba de entrar en una batalla a dos, con nombres que no generan ilusión entre la gran mayoría de los militantes, tampoco entre los andaluces, y que retrotraen más bien a otra pelea que fue abortada pero que llevó igualmente en los carteles sus rostros: la de la candidatura que ganó Alfredo Pérez Rubalcaba y que amagó con disputar Carme Chacón.

Todo el mundo en el Partido Socialista estuvo de acuerdo en que lo mejor era cerrar lo antes posible la etapa de interinidad tras la debacle electoral del pasado noviembre y proclamar en cuanto antes un líder. Todos, además, pensaron que era lo mejor para afrontar las elecciones andaluzas. Ahora no está tan claro. Por eso algunos se han desmarcado en un manifiesto abogando por posponer el congreso y muchos socialistas piensan para sus adentros que sí, que puede ser, que quizás precipitar este tsunami interno no era tan beneficioso con tan poco tiempo para recomponerse e ir a las urnas.

Ya no hay marcha atrás y nadie se pronunció en ese sentido en el Comité Federal que decidió emprender el camino hacia el cónclave del primer fin de semana de febrero que se celebrará en Sevilla. La maquinaria se ha activado y no se sabe muy bien qué va a deparar o qué tipo de debate va a llevar a los ciudadanos, que están para pocas tonterías y a los que, si en términos generales les hastía la política, están hoy en día menos dispuestos que nunca a aguantar pugnas internas, a ver a los del anterior Gobierno entonando el mea culpa o echándole las culpas a la maldita crisis. Se buscan soluciones, no problemas.


Andalucía está efectivamente en el centro de la diana. De sus militantes dependerá en gran parte quién va a dirigir el PSOE y por eso Rubalcaba y Chacón se deshacen en elogios hacia esta tierra y hacia su presidente, José Antonio Griñán. Hasta un punto que puede rayar en la exageración. Porque no deja de ser fácil sacarle punta a la escena del exministro del Interior desplazándose en AVE en una visita fugaz a casa de Griñán a tomar un café. Tan de escaparate como que la líder de los socialistas catalanes decida presentar su candidatura en un pequeño pueblo del almeriense valle del Almanzora que vio nacer a su padre. Poco se sabe de quién ganará el corazón de los delegados que tengan que votar. Porque Andalucía, el corazón del PSOE, está dividida en dos partes curiosas.

Con la extitular de Defensa están todos los que en su día hubieran apoyado a Mar Moreno en su malograda candidatura a la Presidencia de la Junta. Los socialistas orientales, diríamos. Ella misma estuvo ayer en la presentación de su candidatura en un gesto que no se sabe si gustó a la dirección andaluza, aunque imaginamos que sí porque para algo proclama a los cuatro vientos que es la hora de los militantes y de la libertad. Con Rubalcaba están todos los de la vieja guardia de Manuel Chaves, pero también los que Griñán aupó al poder. Y en cada agrupación, los críticos formarán su propia corriente y medirán sus fuerzas frente a la que sea la posición oficial. Quizás para evitar esta fractura quiso el dirigente andaluz una tercera vía que no parece que vaya a llegar.

Así se presenta la campaña de las autonómicas. Una cita a la que mirarán el más de millón de parados andaluces y en la que quizás no encuentren consuelo ni esperanza. Porque todos hablarán, mucho, de que la prioridad es crear empleo pero, para su desgracia, pocos les van a creer. O eso me parece.

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