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Perfil: Un torbellino entre los abuelos

el 20 mar 2010 / 20:26 h.

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Como es un torbellino, se le acumulan las anécdotas: cuenta que los ancianos no quieren estar en la salita del asilo sino en el pasillo, para controlar a todo el que entra y sale; muestra las fotos de quienes han pasado por la casa recordando a cada uno, porque todos pasaron muchos años con ella; va de aquí a allá organizando, explica como si nada que superó un cáncer gracias al cariño que comparten... Insiste sobre todo en que se recoja su gratitud a sus trabajadores -"son mi equipo, mi familia"- y a todos los que la han ayudado tras el incendio: sus tres hijos, por darle apoyo;los Bomberos, la Policía, los que ayudaron en la cadena humana para sacar a los ancianos; las administraciones; el arzobispo, que ofició una misa en la Catedral; su abogada y, por supuesto, las familias de los fallecidos. Se la ve cariñosa y detallista. Ella dice que lo suyo es vocación: desde siempre ha cuidado a ancianos, primero en casas, luego en residencias. Acabó abriendo una pequeñita, para ocho o nueve personas. "Me lo llevé todo de mi casa para montarla", se ríe. "Cuando empecé la segunda, mis hijos me decían: mamá, no te lleves el sofá". En 2000 inauguró la Residencia Aurora, en Nervión. "Yo ya no tengo a mis hijos en casa. Si el domingo estoy sola, me vengo para acá. ¿Dónde voy a estar mejor?".

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