La mujer murió en el acto, mientras sus agresores se dieron a la fuga. Uno de ellos, el otro no ha sido aún detenido, será juzgado por un jurado popular a partir del 7 de mayo y se enfrentará a los 12 años de prisión que la Fiscalía reclama por un delito de homicidio.
Según relata el fiscal en su escrito de acusación, los hechos ocurrieron sobre las 18.00 horas del 14 de enero de 2009 en la calle San Isidro Labrador, en el barrio de Los Alcores. El acusado, Juan José P. C., se dirigió junto con otra persona al domicilio de Alejandro E. M. "por motivos que no han sido debidamente acreditados". Cuando ocurrió el suceso se habló de varias posibilidades, desde el ajuste de cuentas hasta una pelea por un tema de tráfico, aunque ninguno de estos extremos ha sido probado.
Estas dos personas se cruzaron con Alejandro, el compañero sentimental de la víctima, por las escaleras del bloque, en concreto en la segunda planta. Los dos subieron con él hasta la tercera planta, donde residía la víctima. En ese momento, según relata el Ministerio Público, Juan José le propinó un puñetazo en la cara a Alejandro, sin que conste tampoco el motivo de la pelea. Al escuchar el ruido en la escalera, Rocío abrió la puerta y uno de los agresores la empujó para que no la cerrara. El acusado "metió a través de la puerta su mano y, con ánimo de acabar con la vida de Rocío, con una navaja de grandes dimensiones que llevaba, le asestó una puñalada en el tórax", indica el fiscal en el escrito.
El navajazo fue tan profundo que le llegó "hasta el ventrículo derecho, penetrando en el corazón", lo que le causó la muerte al instante.
El Ministerio Público considera al imputado autor de un delito de homicidio, por el que reclama 12 años de prisión, y de una falta de lesiones, por la que solicita una pena de dos meses de multa, además del pago de 300 euros de indemnización a Alejandro por los daños físicos causados. La víctima tenía un hijo de 14 años para el que la Fiscalía reclama una indemnización de 90.000 euros por los daños morales provocados por la muerte de su progenitora.
El suceso causó conmocionó un barrio que el alcalde de la localidad, Antonio Conde, calificó "de obrero y trabajador", desvinculando el incidente de cualquier asunto turbio con la fama de marginal que tiene el barrio. Los vecinos ofrecían entonces una versión diferente a la del fiscal, ya que hablaban de que la vivienda fueron cuatro hombres en busca de Alejandro y que apuñalaron a la mujer al no contestarles.
