Economía

Sevilla se convierte en marzo en eje internacional de la innovación

Más de 1.600 empresarios, investigadores, estudiantes y profesores están convocados tres días para analizar los sectores estratégicos de futuro.

el 26 nov 2014 / 22:50 h.

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José Luis Montero José Luis Montero ¿Tienen a veces la sensación de que la tecnología avanza tan deprisa que no da tiempo de asimilarla, que parece que nos vamos a quedar atrás? Pues la tienen porque en efecto sucede así. Lo que hace apenas una década parecía ciencia ficción o imposible de alcanzar, es hoy día una realidad. Y solo es el principio. «En cuatro años hemos sobrepasado la velocidad de cambio de los primeros 70 años del siglo XX. Esto es lo que se llama crecimiento exponencial». Y es lo que está ocurriendo en movilidad, robótica, inteligencia artificial, nanotecnología, impresión en 3D, biotecnología... «El teléfono tardó 70 años en adoptarse, internet necesitó 15 años y la tecnología lo hace a un ritmo increíble, a veces, en segundos...» Son palabras de David Roberts, experto en tecnología disruptiva, inteligencia artificial e ingeniería biomecánica. Si no, piensen en que el smartphone que llevan en su bolsillo tiene «más capacidad y poder de computación que el ordenador que iba a bordo del primer cohete y de todos los que, en su momento, tuvo la NASA y ahora cuesta 200 dólares». A eso se le llama «democratización de la tecnología». El mismo teléfono móvil que nos permite estar conectados con el mundo y que se está convirtiendo en un «sistema de control remoto» que permite activar la calefacción o apagar luces en casa. O la impresión en 3D, que ya cuenta con más de 300 materiales para imprimir, y en la que ya se trabaja con células humanas. O los robots programados para hacer prácticamente cualquier cosa. O los coches que no necesitan conductor. O los drones con infinidad de aplicaciones científicas y de ocio... Es una revolución que ya está aquí. Y de todo esto, y de más asuntos relacionados con los nuevos sectores tecnológicos, la innovación e internet de las cosas, se hablará ampliamente en Sevilla el próximo mes de marzo –los días 12 al 14– atrayendo hasta la ciudad a los mayores expertos en estas materias (como Rob Nail, Salim Ismael, Neil Jacobstein, Daniel Kraft, Raymond McCauely y Brad Templeton) y más de 700 empresarios, directivos, profesionales e investigadores. A ellos, se sumarán los llamados a liderar este cambio tecnológico permanente, por lo que asistirán 700 estudiantes y 250 profesores –250 y 45, respectivamente serán de Sevilla–, en sesiones que tendrán lugar en el Teatro de la Maestranza, el hotel Alfonso XIII, el Alcázar o el Pabellón de la Navegación. Respaldada por entidades como Google y la NASA y con sede en Silicon Valley, la Singularity University –organizadora del evento junto a la Fundación Goñi y Rey– es la institución mundial de mayor prestigio y especialización en la formación sobre nuevas tecnologías y su aplicación en los sectores más estratégicos, que en España tutela Juan Martínez Barea. Es la primera cumbre de esta institución que se celebrará en España, tras las de Budapest y Ámsterdam. Un logro conseguido por la Fundación Goñi y Rey –dependiente del Colegio San Francisco de Paula– que convocará un concurso entre los estudiantes para otorgar las becas. Más de 300 empresarios conocieron ayer los detalles de una cita respaldada por el consejero de Economía e Innovación, José Sánchez Maldonado, y el alcalde, Juan Ignacio Zoido. Luis Rey, por su parte, señaló su empeño por conseguir que Sevilla «sea la puerta mediterránea hacia el futuro». «Es un reto –afirmó– pero también creo que es posible». Oportunidades en el transporte y la energía Antonio Conde, director de Desarrollo de Negocio de Cisco, puso ejemplos concretos de la aplicación de internet de las cosas. En el ámbito de la industria, la gestión energética puede suponer entre un 20 y 30 por ciento de ahorro en la factura. O la búsqueda inteligente de plazas de parking ya operativa en Ámsterdam, así como la gestión del transporte público con la que ahorrar combustible. Más casos: desde contenedores que avisan para ser vaciados hasta redes eléctricas que transportan datos. Y eso que el 99 por ciento de las cosas están sin conectar.

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