Unas flores en el cementerio, una misa funeral, el mismo escalofrío de siempre en esa esquina de Don Remondo y, a los 15 años de su muerte, la inauguración de una glorieta con el nombre de Víctimas del Terrorismo en la confluencia de la avenida de la Paz con la de las Mercedes, acto al que acudió el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
Tres lustros han pasado ya de la muerte a manos de ETA del concejal Alberto Jiménez-Becerril y de su esposa Ascensión Ortiz y ayer, como cada 30 de enero, toda Sevilla y, en especial, la familia política de los fallecidos, el Partido Popular, volvía a reunirse para mantener viva su memoria.
Tras una intensa jornada de homenajes, la hora de los discursos llegó por la tarde en un acto promovido por el PP andaluz en el hotel Plaza de Armas. En presencia de la madre, Tere, la hermana, Teresa, y los dos hijos del matrimonio fallecido, Alberto y Clara, el presidente regional del PP, Juan Ignacio Zoido, aseveró que "mientras que el Gobierno de España esté presidido por el PP, ETA tiene que saber que no tiene la más mínima posibilidad de negociar". "Sólo les queda una salida: disolverse, entregarlas armas y pedir perdón a todas las víctimas".
La hermana del concejal asesinado y europarlamentaria popular, Teresa Jiménez-Becerril, llamó a la sociedad española a "mantenerse firme" ante las "mentiras de ETA", organización que, aunque "muy débil, no está derrotada", y sigue planteando "fuertes reivindicaciones en materia política y penitenciaria", entre otras el acercamiento de los presos al País Vasco. Sobre la última manifestación celebrada en Bilbao por este motivo, la eurodiputada lamentó que "gente como Sánchez Gordillo o Pilar Bardem no tengan nada mejor que hacer" y acudan como si "los presos fueran parte de la solución y no el problema". Jiménez-Becerril también defendió que todas las víctimas están de acuerdo en algo "fundamental: que no puede estar en las instituciones un partido que no condene el terrorismo y que los presos de ETA deben cumplir íntegramente sus condenas.
