Las previsiones que manejan los gobiernos y organismos internacionales sobre la propagación del virus de la gripe A se modifican al alza continuamente y permiten hablar de una pandemia que avanza a una velocidad "sin precedentes" según confirmó ayer la Organización Mundial de la Salud. La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, avanzó ayer que se podrán producir en España unas 8.000 muertes vinculadas al virus de la nueva gripe, "las mismas que con la gripe convencional". Huelga decir que la ministra está reconociendo 8.000 muertes más pese a sus intentos por llamar a la calma. En el Reino Unido, sin embargo, las previsiones del Gobierno son mucho peores. Se prevén 68.000 muertes relacionadas con la gripe A y una media de 100.000 casos diarios, lo que da la medida de la dimensión del problema al tratarse de datos oficiales del propio gobierno británico. Cabe pensar, por tanto, que las cifras en España puedan ser mayores que las aportadas por el Gobierno, que hace continuos llamamientos a la calma frente al balance de cuatro muertos, 18 enfermos graves en la UCI -cuatro de ellos en Andalucía- y unos 1.300 casos de afectados en todo el territorio nacional. Es responsabilidad del Gobierno no provocar alarma pero, sobre todo, informar con transparencia sobre la evolución del virus y su afección en nuestro país. Además, las autoridades sanitarias, deben iniciar ya los mecanismos para establecer protocolos de actuación eficaces. Para ello, es imprescindible establecer una acción coordinada con todas las comunidades que tienen las competencias sanitarias transferidas, para que se pueda tratar del mismo modo a los afectados y se aísle a las personas que hayan podido tener contacto con los enfermos. Sin embargo, la principal arma contra la propagación de la gripe A será la transparencia informativa. Sólo así sabremos a qué atenernos y cómo actuar, sin alarmismos, pero con responsabilidad.
