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Cristian Domínguez, un chico de barrio con alma de viajero

A sus 21 años, el atacante no está dispuesto a renunciar a su sueño. Se quedó sin padre a los once y ahora se lo están rifando.

el 04 ago 2014 / 00:03 h.

cristian Cristián Domínguez, un chico de barrio con alma de viajero. Foto: Alberto Gálvez.  Lleva el fútbol en la sangre y, aunque la vida ya le ha golpeado en más de una ocasión, no está dispuesto a renunciar a su sueño. Esta es la historia de Cristian Domínguez Montero. Un extremo zurdo que con 21 primaveras (Sevilla, 1993) ya sabe lo que es marcharse a 800 kilómetros de su casa para luchar por la ilusión de su vida. Hasta hace unos días estaba realizando la pretemporada con el Coria de Mariano Suárez, pero la economía familiar le ha obligado a buscar trabajo y a tener que abandonar el stage ribereño. Criado en La Algaba, donde le daría sus primeras patadas a un esférico con la elástica del Atlético Algabeño, la vida le castigó con crudeza cuando tan solo tenía 11 años. Su padre falleció fruto de una enfermedad y, a pesar de su edad, Cristian recuerda los primeros consejos que le daba: “De chico me daba miedo darle de cabeza y él me decía que mientras más floja pusiera la cabeza, más me dolería. Entonces se jugaba con los balones Mikasa, que picaban...”. Al quedarse huérfano de padre, Cristian, su madre Macarena y su hermana pequeña Jenifer se mudaron a la capital y se instalaron en el barrio sevillano de Los Carteros para estar rodeados de los suyos. Y precisamente en el Distrito Macarena empezó a forjar su trayectoria futbolística. Don Bosco, Almena y Calavera serían sus clubes de formación hasta que en la 2012-13 debutara en la categoría sénior en las filas del Nervión, jugando en Primera Andaluza. Su buen papel en el equipo nervionense le consagraría en el fútbol provincial hispalense. Allí comenzaría a congeniar futbolísticamente con el goleador Roberto, recientemente fichado por el Coria. La temporada pasada volverían a formar ambos una dupla letal en las filas del Antoniano, donde el ariete fue máximo goleador y Cristian su mejor asistente. Eso sí, sólo durante la primera vuelta del campeonato, porque en el mes de enero decidió emprender su primera gran aventura futbolística. Fue después de las fiestas navideñas cuando el extremo hizo sus maletas en silencio y se marchó rumbo a Aragón para militar en el CD Brea, un modesto equipo perteneciente a la pequeña localidad de Brea de Aragón, de tan sólo 1.700 habitantes, que jugaba en Tercera. Un viaje que a su familia cogería por sorpresa: “En casa avisé dos días antes, porque hasta que no estuvo todo firmado no quise decir nada. Mi abuela me dijo que le daba miedo, pero el resto de la familia me apoyó”. Su experiencia en tierras aragonesas sólo duraría cuatro meses, lo que duró la segunda vuelta del campeonato. Sin embargo, el zurdo jamás la olvidará: “Tuve la suerte de que aquel pueblo tenía un ambiente similar a cualquier pueblo de Sevilla y la gente y el club se portaron muy bien conmigo”. Este verano, gracias a Roberto, a Cristian se le presentó la oportunidad de hacer la pretemporada con el Coria, pero su profesionalidad y su madurez le han impedido seguir en la fase de preparación de los amarillos. Sabe que necesita un trabajo y ahora no puede pensar sólo en fútbol. Eso sí, está dispuesto a compaginarlo allá donde se lo permitan, porque él sólo es feliz “jugando al fútbol, sea donde sea”.

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