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Una apuesta por la felicidad

Andrés y su familia son felices gracias a la ciencia implementada por un grupo de investigación andaluz que ha sido pionero en la consecución de una técnica de selección genética que ha salvado su vida.

el 15 sep 2009 / 23:59 h.

Andrés y su familia son felices gracias a la ciencia implementada por un grupo de investigación andaluz que ha sido pionero en la consecución de una técnica de selección genética que ha salvado su vida. Sufragado con fondos públicos y desarrollado en un hospital del Servicio Andaluz de Salud, este importante logro científico es una auténtica apuesta por la felicidad humana.

Por ello, las voces que claman contra los avances de la biomedicina cada vez tienen menos resonancia pues, en el fondo, pretenden elevar a categoría determinados postulados morales que no tienen como objetivo esencial la consecución de la felicidad humana sino la supresión de la libertad individual a través del miedo y la resignación. Postulados que, como todos los órdenes de valores, pueden ser muy dignos de respeto a título individual pero que no merecen consideración alguna cuando se pretenden imponer a los demás como verdad inmutable.

Posturas filosóficas tan diferentes como las utilitaristas y las deontológicas siempre han apostado por la consecución de la felicidad como principal objetivo humano. Los filósofos utilitaristas definen a la felicidad como la ausencia de dolor. Desde otras posiciones éticas, como las deontológicas, asegurar la propia felicidad es un deber pues la falta de satisfacción con el propio estado, con preocupaciones y necesidades no satisfechas, podría fácilmente convertirse en una gran tentación de infringir los deberes.

Adrian White, experto en Psicología Social de la Universidad de Leicester, tras realizar un estudio sobre el mapa de la felicidad en el mundo, concluye que son más felices las personas que viven en países con un buen cuidado de la salud, un Producto Interior Bruto alto per capita y con acceso a la educación secundaria. Y, tal como postulaban los primeros textos constitucionales, la meta de la sociedad es la felicidad común, pues todas las personas tienen el derecho de perseguir la felicidad.

La apuesta por la felicidad que nuestra sociedad hace al invertir una importante cantidad de recursos en los estudios biomédicos es una prueba de las más evidentes del modelo de Estado social que hemos construido en nuestra tierra. Una sociedad en la que existe igualdad de oportunidades, en la que se reconocen y garantizan derechos sociales, como el de la salud, supone un soporte fundamental para facilitar el bienestar humano.

Por ello, hoy, debemos no sólo emocionarnos profundamente con Andrés y su familia, sino felicitarnos intensamente por vivir en una sociedad que cree que la felicidad del ser humano es el mayor logro al que se puede aspirar. Y que con los hechos lo demuestra.

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