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Una calle Feria llena de Almas para ver al Cristo

el 16 sep 2009 / 01:04 h.

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Seguramente tenga menos tirón mediático y populista que otras cofradías de la Semana Santa sevillana, pero eso no resta para que la cofradía de Los Javieres tenga un sello tan propio y singular que la hace diferente al resto. Y encima, para los amantes de los salidas difíciles, los pasos apenas caben por la estrecha ojiva de Omnium Sanctorum, lo que convierte la salida de la cofradía en un auténtico espectáculo de emociones y sentimientos.

La jornada de ayer en la calle Feria tuvo también un sabor muy familiar. Fueron muchas las familias al completo que se apostaron en la puerta de la parroquia con mucho tiempo de antelación para tener un buen sitio. La mayoría agradeció que la de ayer no fuera una jornada de grandes bullas y apreturas. "Es que venimos aquí con los niños porque es más cómodo para todos", explicaba un joven padre orgulloso de sus dos pequeños chavales que no paraban de pedir caramelos a los monaguillos. De la misma manera, igual de familiar resultó la venia que pidió en Campana el diputado mayor de Gobierno de Los Javieres, ya que la persona que autorizó la entrada del cortejo fue su madre, la consejera de Glorias Maruja Vilches.

Y todos los cofrades que se desplazaron hasta la calle Feria también pudieron ver cómo el capataz Rafael Díaz se las vio y deseó para poner al Cristo de las Almas en la calle. "¡Más a tierra, más a tierra!", gritaba a su cuadrilla viendo que no cabía por la puerta, hasta que se percató de que la cruz aún debía bajar al menos 20 centímetros más para poder ejecutar la maniobra sin riesgo alguno. Él mismo reconoció que había pasado un mal trago pero que afortunadamente el problema se pudo arreglar, y ya sólo quedaba "disfrutar del Cristo de las Almas en la calle", recordó. Y si difícil resultó la salida del primer paso, no menos fue la del palio de la Virgen de Gracia y Amparo, que lucía nuevo llamador y candelería. Costaleros rodilla en tierra para lograr de nuevo que el palio saliera a la calle y la hermandad pudiera de nuevo imponer su sello.

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