Semana de Pasión fue la pasada, y de andaluces llorando. Sancionan al Betis, y la noticia es la reacción de los béticos, las llamadas a la rebelión, a no cumplir las reglas. Victimismo y teoría de la conspiración a partes iguales, aunque para rebelarse, creo yo, existen otras causas que más lo merecen. Tampoco es para rasgarse las vestiduras, teniendo en cuenta que ni las Comunidades Autónomas cumplen las leyes -y no sólo las de siempre-. Luego llueve un par de días, y venga a sacar nazarenos y capillitas llorando amargamente. Pero sólo andaluces. No sacarán ni a un cofrade vallisoletano, ni a un "picao", ni a ningún ciudadano de otro territorio lamentándose por los percances atmosféricos.
La noticia somos nosotros llorando, esa escena que se ha convertido en una estampa típica, y que todos los cámaras de las televisiones nacionales buscan ansiosamente. Pues a enterarse: en todas partes se llora, y aquí no llora todo el mundo. Todos los equipos de fútbol montan pollos cuando los sancionan, y muchos consiguen librarse. No somos diferentes a los demás, por más que hablemos con otro acento y seamos más expresivos. La imagen pública que se da de nosotros es para preocuparse y para enfadarse, y éste sí es un motivo para rebelarse, una verdadera razón para llorar.
Catedrático de Derecho del Trabajo. miguelrpr@ono.com
