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Viaje a Kansas City

Nos cuenta Diego su preocupación por la materia prima, eje fundamental de una cocina de corte tradicional pero que toques de vanguardismo.

el 23 sep 2011 / 10:29 h.

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Los responsables de La Jarana son conscientes de la importancia de una buena materia prima para su cocina tradicional con tintes vanguardistas.

En 2006 se trasladaron desde un pequeño local que tenían en Parque Flores, ahora están en un bonito establecimiento con una gran terraza en los pisos que se hicieron en la antigua fábrica de ese refresco tan famoso que beben los yanquis. Los hermanos Rocío y David Iglesias Bernal tienen una dilatada trayectoria en el mundo de la hostelería, gracias a su dedicación y cariño al negocio el barco de La Jarana (Avda. Kansas City, Edificio Gran Vía, 92) marcha vadeando las tormentosas aguas de la crisis. Al año de radicarse en Kansas City ampliaron el local original, lo que les ha permitido tener un segundo salón con mesas. La decoración es moderna y funcional, sin alardes de diseño pero agradable.

Nos cuenta Diego su preocupación por la materia prima, eje fundamental de una cocina de corte tradicional pero que toques de vanguardismo. Busca proveedores que le proporcionen buen material, bien sean de la zona, gallegos, vascos e incluso norteamericanos, esa búsqueda de buenos productos frescos se plasman en una carta dinámica, que cambia frecuentemente y con unas sugerencias que pueden variar de un día para otro, para ello en raciones (entre 10 y 24 euros) hay una hoja que se cambia a diario en la carta y una gran pizarra para las tapas (entre 2,80 y 3,80 euros) y los vinos sugeridos por copas (1,50 a 3,20 euros), donde por cierto se hace especial incidencia en los andaluces.

En la carta podemos encontrar entrantes fríos, como la ensalada de pollo, bacon y muselina de mostaza verde (10 euros) y calientes, como un atractivo revuelto de calabacín, patatas, cebolla, pimientos y jamón ibérico (10 euros), panes de la casa, donde podemos probar el de esturión ahumado de Riofrío (12 euros), exquisita carne de pescado que apreciaremos en otras preparaciones, guisos como la carrillada de ibérico al vino tinto (12 euros), pescados, incluso un frito variado (19 euros) para compartir, y carnes, entre las que podemos degustar un sabroso solomillo de buey Txoguitxu (18 euros).En cuanto a tapas, sale mucho la ensaladilla de ahumados (2,80 euros), y llaman la atención las alcachofas rellenas de pastel de cabracho (2,80 euros), empanadas y acompañadas de una salsa de pimiento de piquillo, fama tienen sus croquetas de cocido (2,80 euros).

Probamos un estupendo lomo de esturión horneado, con escabeche y su jugo de escabeche (18 euros), con muy buena textura del pescado, carnoso, al que potencia el sabor el jugo y el escabeche, suave pero gustoso, bien acompañado con guarnición vegetal, fresca y colorida, el gran plato se acompañó con un vino blanco de los montes malagueños, Botani (2,80 euros) muy fresco, graso y de muy agradable paso de boca.La espaldilla de novillo americano con bechamel de boletus y mango acompañada con salteado de setas variadas al Oporto (18 euros) quedó un poco por detrás del esturión, el plato, sabroso y bien elaborado, adoleció de un punto excesivo de la carne, la salsa, magnífica en su contraste del mango y el boletus, debería ir al lado y no sobre la carne, el acompañamiento de setas salteadas muy bueno con el toque del Oporto. Lo tomamos con una copa del tinto almeriense Tetas de la Sacristana, que, a pesar de su desafortunado nombre, está muy bien elaborado, bastante agradable y bien conjuntado con el plato. Una decente tarta de chocolate (4 euros) remató la comida, con un acompañamiento sorprendente y delicioso, un orujo al cilantro de Pazo Valdomiño, pruébenlo.

La carta de vinos es amplia y variada, en ella se notan los desvelos de la casa por buscar vinos de calidad y buen precio, en ella encontramos desde una manzanilla San León (1,50 euros) o un Tío Pepe (1,90 euros), pasando por un Muga (20 euros) y un Emilio Moro (24 euros), hasta un champagne Bollinger (70 euros), el preferido del Sr. Bond.La casa está a punto de abrir en la misma acera, a unos cincuenta metros, un muy bonito local de copas, enfocado a la tarde-noche, donde también se podrá desayunar, se llamará Hemingway, en honor del ilustre escritor tan aficionado a las barras. Será un éxito seguro.

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