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Vicisitudes de un despistado

Explorando en internet me tropecé con una de esas páginas que, por miles, inundan la red. Hacía referencia a un juego, gratis por cierto (buen ardid para atraer la atención del visitante despistado, del curioso o del incauto).

el 15 sep 2009 / 17:01 h.

Explorando en internet me tropecé con una de esas páginas que, por miles, inundan la red. Hacía referencia a un juego, gratis por cierto (buen ardid para atraer la atención del visitante despistado, del curioso o del incauto). Su título The game of disorientation, tomaba la palabra 'desorientado' para su traducción al castellano. El juego consistía en tratar de alcanzar un determinado punto B, partiendo de otro representado por A, procurando no morir en el intento. Para conseguirlo tenías que manejarte con los cursores por una pantalla que gira, se contrae y expande a diferentes velocidades, para desorientar a quien esté jugando. Van apareciendo, también, objetos punzantes con el propósito de ocasionarte graves daños antes de alcanzar el objetivo. En esto consistía el juego. Para quienes conciben el devenir humano como reflejo fiel de la selección natural, entretenimientos como éste proporcionan una espléndida ocasión para poner a prueba nuestras competencias y, en cualquier caso, podrían formar parte de una batería de herramientas útiles para mejorar nuestra especie. ¡En la ley de la selva sólo los más aptos prosperan! Sin embargo, y por fortuna, a pesar del empeño en sentido contrario de algunos, el mecanismo propuesto por Charles Darwin para comprender la evolución de las características biológicas del reino animal, en ningún caso pensó que podría extrapolarse a la realidad social para entender o conducir su funcionamiento.

Pues bien, así seguimos. El próximo año se cumplirán 150 desde que apareciese la primera edición "Sobre el origen de las especies?" Y a estas alturas hay quienes todavía se empeñan en establecer como dogma lo que, en su momento, no fue sino una propuesta que discutía otro dogma, el creacionista (la pintoresca interpretación de que el mundo fue creado en 7 días, según el Génesis). Por desgracia, en estas circunstancias el diálogo informado y el debate razonado son más bien elementos exóticos, mientras que lo que prevalece son las posiciones dogmáticas y el fanatismo. Voltaire, tratando sobre la intolerancia, pensaba que: "Cuanto menos dogmas, menos disputas, menos desgracias; ?y continuaba? si esto no es cierto estoy equivocado".

Pero lo cierto es que las posiciones dogmáticas se imponen y suelen derivar en disputas irracionales con consecuencias, generalmente, nefastas. El dogmático, además, establece un siniestro maridaje con el fanático, que Adela Cortina define como "aquel tipo de persona [podríamos añadir, o institución, ya sea ésta pública o privada] que inmuniza sus convicciones (...) frente a la crítica racional". En tiempos como los actuales, muchas personas vagan desorientadas, distraídas, sin comprender bien cuanto ocurre a su alrededor, andan despistadas. La confusión es lo predominante, se afirma frente a la razón. Por ello, es conveniente caminar despiertos. Superar las vicisitudes de quien transita por la vida perdido, atrapado por las reglas de un malvado juego que nos condena a malvivir en el desconcierto. A vivir enfrentado a una realidad que nos es ajena.

Doctor en Economía

acore@us.es

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