Voluntarios de buen género

Una jornada de Terrogénero en Los Palacios invita a Protección Civil a ponerse en la piel de las maltratadas.

el 06 may 2014 / 23:05 h.

Momento de la jornada de Terragénero con Protección Civil. FOTO: A. Romero Momento de la jornada de Terragénero con Protección Civil. FOTO: A. Romero Reunir a mujeres que sufrieron maltrato machista y a voluntarios dispuestos a apoyarlas, aunque sea en silencio cómplice, es una enriquecedora experiencia de la que pueden seguir dando clases en Los Palacios y Villafranca después de la I Jornada de Intervención Social-humanitaria de Protección Civil con Víctimas de Violencia de Género. La sesión tuvo lugar el lunes, organizada por la recién configurada asociación Terrogénero, que preside Soledad Vila y que ha contado con la colaboración del jefe de Servicios Municipales de Emergencias, Fidel Báez, y con todas las instituciones locales volcadas contra esta lacra social que, en lo que va de año, ya se ha cobrado en España una veintena de asesinadas. El objetivo de Terrogénero es organizar más jornadas similares, más amplias y participativas, pero el estreno dejó un puñado de consejos, descubrimientos y complicidades entre víctimas y voluntarios, sobre todo porque ambos se conocieron mutuamente y corroboraron su empeño en erradicar la violencia en la sociedad. El presidente de la Asociación de Voluntarios Palaciegos, Tomás Garrido, diseccionó la figura de los integrantes de su colectivo en cualquier ámbito, y se refirió especialmente al de aquellas personas que deciden apoyar a mujeres que han sufrido la violencia de sus parejas. «No se les pide que sean héroes ni santos, sino que estén ahí», dijo. Garrido reconoció que los voluntarios sufren un «impacto emocional inicial, amortiguado por la cotidianidad», pero recordó que su actividad, para la que no todo el mundo tiene el perfil, «no debe producir estrés, sino hacer disfrutar». En todo caso, añadió, «la maltratada no busca que se le tenga lástima y el voluntario no debe ser paternalista», sino que siempre es preferible una actitud asertiva y «las decisiones las debe tomar ella», como indicó luego la asesora jurídica del Centro Municipal de la Mujer, Juani Rodas, quien se refirió especialmente al ciclo de la violencia de género que explica que una maltratada aguante de media 15 años antes de dar un paso contra su agresor. El ciclo incluye un período de «luna de miel» que se torna en «tensión acumulada» y, finalmente, en «explosión violenta». El problema es que el maltratador –por lo general ansioso y con poca autoestima– juega con los tres períodos para desorientar y paralizar a su víctima, de modo que cuando esta –agobiada por la tensión o la violencia directa– va a dar el paso definitivo de denunciarlo o iniciar la separación, el agresor vuelve a la llamada «luna de miel», que no es sino el disimulo de su verdadera condición para volver a empezar. «Es muy difícil que alguien cambie», advirtió la psicóloga municipal, Concha Martín, pero las víctimas de violencia de género tienen tanta esperanza en ese cambio que suelen autoengañarse y caer una y otra vez en la trampa de justificar a sus agresores. «Ahí es donde los voluntarios debéis seguir apoyándolas», señaló Rodas, «porque una mujer puede poner y quitar luego la denuncia… y así muchas veces, y nosotros sentirnos decepcionados porque pensábamos que esta vez sí daría el paso, pero si se vuelve atrás es sólo porque no llegó su momento». «Es su decisión», insistió, «porque si no, corremos el riesgo de victimizarla doblemente». Ambas responsables municipales denunciaron que los jueces no se hayan concienciado aún de que la violencia psicológica es a veces «incluso más peligrosa que la física». «Por muy mal –psicológicamente– que esté la mujer, no suelen dar una orden de protección y alejamiento», se quejaron. En la jornada, que terminó con la intervención del guardia civil Adelaido Martín, de la Unidad de Violencia de Género del cuartel, se proyectaron vídeos de duro contenido que advertían contra la complicidad que supone el no oír ni ver a las maltratadas o el no ser conscientes de que cada «segundo que pasas al lado de tu maltratador te estás jugando la vida». Víctimas y voluntarios coincidieron en que algunos factores de riesgo son el aprendizaje –por la perpetuación de los comportamientos machistas– y una visión «excesivamente romántica» del amor «como posesión» incluso entre los adolescentes. Una chica aseguró que entro en Protección Civil «cuando me quedé en el paro, aunque desde pequeña soñaba con ayudar a los demás». En el cuerpo de Los Palacios había unos 60 voluntarios hace dos décadas y ahora sólo 18. «Pero los voluntarios de hoy son más vocacionales», remarcó Fidel Báez. Algunas chicas, que van olvidando su pesadilla gracias a Terrogénero –que sigue esperando una sede por parte del Ayuntamiento– sonreían al fondo, tímidas y felices.

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