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Vuelve el Jerez, bendito sea Dios

Cada vez se ven más catavinos en las barras y resurgen los generosos como aperitivo.

el 04 ene 2014 / 00:05 h.

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Interior de las bodegas Hidalgo. Interior de las bodegas Hidalgo. Ahora que el frío y la humedad se agarran al cuerpo en esta fluvial, a pesar suyo, Sevilla tomarse una cerveza en condiciones se hace cada vez más difícil, aunque los irreductibles de la caña en la mano, a punto de congelárseles las falanges, no llegan a desaparecer de las tascas de serrín, que ahora está prohibido, y altramuces, antaño tabernas de mala muerte y hoy lugares de culto. Desde que la industria local pasó a manos extranjeras, la calidad del producto se ha ido deteriorando en la misma medida que marcas foráneas han ido comiendo terreno a base de tirar precios y otras artimañas propias del sector. Gracias a la labor de unos pocos enamorados de los productos de calidad andaluces en general y de nuestros grandes vinos generosos en particular, el Jerez, porque no nos engañemos, los generosos de otras zonas siguen siendo grandes desconocidos, ha vuelto a estar muy presente en barras y mesas de nuestra hostelería. Y ello a pesar de la mala imagen que al producto le da la Feria de Abril de Sevilla, con la connivencia de bodegas, principalmente de Sanlúcar, que prefieren el “pelotazo” de vender muchos litros de productos “más frescos” al lento trabajo de volver a prestigiar unos vinos de una altísima calidad. El trabajo es de consumidores exigentes y que están preocupados por probar nuestras mejores joyas enológicas, también de hosteleros que apuestan por perseverar en el empeño, véase la carta por copas de vinos generosos de Enrique Becerra, por ejemplo, y de bodegas que apuestan por recuperar el mercado basándose en la calidad y no en el producto barato, unas con más medios, como la magnífica labor realizada por Bodegas González Byass y su equipo a base de catas, promociones y publicidad, y otras, con menos capital pero con un gran potencial en sus productos y un trabajo incansable, como por ejemplo hace Emilio Hidalgo, visitando constantemente a los hosteleros sevillanos, dando a conocer sus magníficos productos. Luego están los distribuidores, como Federico Flores, con su apuesta por el catálogo de Catandalucía, donde figuran vinos de todas las provincias de la región andaluza y donde podemos encontrar bodegas como Hidalgo, Lustau o Fernando de Castilla entre otras; o Viñafiel, mano derecha de Gonzalez Byass y de Delgado Zuleta en Sevilla. Junto a ellos otras bodegas de calidad luchan por darse a conocer y buscar huecos en el maltrecho panorama hostelero. El consumidor debe de aprender a apreciar estas verdaderas joyas enológicas que se crían en las bodegas andaluzas, y no solo como vinos de aperitivo, son vinos que pueden acompañar desde las aceitunas y almendras, pasando por el jamón ibérico y los langostinos de los entrantes, hasta cualquier plato del menú, el postre e, incluso, una sobremesa de habano, por qué no, y dulces. Vinos que como ingredientes de nuestra más tradicional cocina no tienen precio, si, ingrediente, no ya acompañante, sino como componente mejorante de muchos platos típicos de nuestros fogones. Volvamos a amar nuestras manzanillas, finos, olorosos, palos cortados, amontillados, dulces de Pedro Ximenez, productos naturales, tradicionales y autóctonos que no tienen parangón en el mundo, verdaderas sinfonías de colores y aromas que nos harán evocar y disfrutar de momentos inolvidables. Que sea un propósito para el nuevo año gastronómico que acabamos de inaugurar.

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