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Y nos fastidiaron los pepinos

¿2011 en Andalucía? Crisis de la E.coli, una economía estancada y el millón largo de parados

el 27 dic 2011 / 22:27 h.

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2011 pasará a la historia de la economía andaluza por la imagen de una consejera, la de Agricultura, comiéndose un pepino sin pelar. Alemania puso en jaque al campo regional y reveló, además, su fragilidad ante rumores y falsas afirmaciones respecto a la seguridad alimentaria. Fue, de hecho, un varapalo internacional para una comunidad que ha depositado en la exportación gran parte de su confianza para superar esta larga crisis, puesto que el año que se nos va, el cuarto nefasto, nos deja un Producto Interior Bruto (PIB), incluso con más flojera que el promedio estatal, y más de un millón de parados.

En efecto, en ausencia de la estadística para el último trimestre del año, la del tercero indica que la economía andaluza ni menguó ni creció en tasa interanual -respecto al mismo periodo de 2010-, tendencia idéntica a la mostrada por la nacional. Sin embargo, ésta aumentó ocho décimas mientras que aquélla apenas lo hizo en tres. Es decir, que la atonía es más severa en el caso regional que en el estatal.

1.232.900 andaluces no tenían trabajo al cierre de septiembre pasado, según nos relata la Encuesta de Población Activa (EPA). En un año, 54.100 desempleados más -el aumento porcentual, del 4,59%-, siendo la tasa respecto al total de personas en edad y ganas de trabajar un 30,91%. Y más claro: casi tres de cada diez trabajadores de esta región no pueden trabajar y no será por falta de ganas, que sí las hay.

Aunque la EPA son los únicos datos estadísticos aceptados en la Unión Europea (UE), también los ofrecidos por el Servicio Andaluz de Empleo y la Seguridad Social nos cuentan la cruda realidad del paro. Las últimas cifras son las de noviembre y cifran en 982.477 los parados, 61.143 más (6,64%) que al cierre del mismo mes de 2010, y en 2.823.269 los afiliados al sistema, 48.717 menos en comparación interanual.

Dejamos macroeconomía para entrar en las finanzas. Durante el año que ahora acaba, siguió configurándose el mapa de las cajas de ahorros andaluzas en sintonía con todo el proceso nacional para reestructurarlas. Después de que Cajasur fuera adjudicada en puja pública a la vasca BBK, Cajasol se uniera a Banca Cívica y Caja Granada se sumara a BMN, Unicaja fue la protagonista de 2011, puesto que, al final, optó por la vía de la bancarización -traspaso del negocio financiero a un banco, que será el encargado de gestionarlo- y está ya en la vicaría para casarse con Caja España-Duero, un enlace que está por consumarse pero que para Andalucía supone traerse la sede social de un segundo grupo financiero potente con dimensión nacional -éste con domicilio malagueño, el primero, Cívica, sevillano-.

Mientras, el conglomerado liderado por Cajasol y copresidido por Antonio Pulido salió a bolsa y así consiguió captar capital suficiente para cumplir con holgura los requisitos de solvencia impuestos por el Banco de España a todas las entidades. Este libro no está aún cerrado dado que Cívica sigue estando en las quinielas para emprender en 2012 nuevas alianzas.

Otro capítulo en el terreno de la cajas de ahorros fue escrito por la Junta de Andalucía al aprobar la reforma de la ley que las regula. Lo cierto y verdad es que, al final, poca chicha tiene la norma, pues de aquéllas sólo quedan sus fundaciones, dado que todas ya son bancos y, como tales, son también sociedades anónimas, y en lo privado el Gobierno autonómico ni pincha ni corta. Así, en la norma lo más sonado consistía en limitar los sueldos a los cajeros en las cajas, pero no en los bancos, por tanto, papel mojado.

No se llevan tantos titulares las cajas rurales -son cooperativas de crédito- pese a la importancia nacional de dos de las aquí nacidas: la Rural del Sur, sevillana, y la almeriense Cajamar. Ambas han seguido con sus planes de anexión de entidades, especialmente la segunda, pues ha amarrado cuatro en 2011.

Y de las finanzas al mundo de la empresa. Comenzamos por las patronales. Sin la presidencia de la CEOE, Santiago Herrero afianzó su liderazgo en la CEA, al tiempo que, al aceptar una vicepresidencia gestada expresamente en aquélla, selló una entente cordiale con Juan Rosell.

La CEA hizo una auténtica demostración de fuerza ante las administraciones públicas al reunir en una gran convención celebrada en la capital hispalense a miles de empresarios quejosos de la burocracia que reivindicaban el protagonismo de las empresas como solución a la crisis. El haber coincidido con la subida de tono frente a la Junta de Andalucía y, además, en un marco preelectoral -el de los comicios generales aunque también con los autonómicos en puertas- llevaron a interpretar la cita como un posicionamiento político, pero fue negado por la patronal.

No en vano, el propio Santiago Herrero no acudió a los actos institucionales del Día de Andalucía para protestar así por la inexistencia de empresarios entre los reconocidos con medallas de oro de la comunidad. Nadie de la CEA estuvo presente.

Ésta no ha sido ajena en 2011 a la crisis. Se ha visto obligada a concebir el primer ajuste de personal que aplicará en sus tres décadas de historia. Se materializará a principios de enero a través de un ERE temporal -en principio, de un año-.

Mientras, la patronal andaluza del comercio, la CECA, colocó a su presidente, Manuel García Izquierdo, al frente de la asociación nacional, justo cuando se reabre la polémica sobre los horarios de apertura con una comunidad autónoma, la de Madrid, que ha decretado la liberalización total para grandes y pequeños. En la andaluza, en cambio, se reitera que no habrá cambios.

Bajando al día a día de las empresas, las buenas noticias fueron testimoniales frente al rosario de concurso de acreedores (suspensiones de pagos), cierres de firmas y conflictos laborales. Las alegrías nos las volvieron a dar compañías como Abengoa, Hojiblanca, Ebro Foods, Endesa, Iberdrola o Ayesa, mientras que las penas afloraron en Santana Motor, que echó el cerrojazo final, Visteon, cuyo anuncio de clausura y despidos endurece el drama del paro en la Bahía de Cádiz, y el medio millar de empresas que declararon suspensión de pagos hasta el mes de octubre pasado.

Mención especial dedicamos a Nueva Rumasa. El imperio de los Ruiz Mateos se derrumba. A Andalucía le afecta de lleno, al estar emplazados en la comunidad negocios de postres caseros (marca Dhul) y bodegueros (Garvey y Valdivia). En estos momentos, el conglomerado de la abeja se está vendiendo a trozos, mientras que es incierto cuándo cobrarán los inversores que confiaron de nuevo en José María Ruiz-Mateos y compraron pagarés de sus empresas, pese a las continuas advertencias en contrario de la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores).

Pero viajemos ahora a Bruselas. Desde la capital comunitaria un capítulo positivo y otro negativo. El primero atañe a que la Comisión Europea garantizará a Andalucía fondos de transición más allá de 2013 para amortiguar así la pérdida de los fondos de cohesión, tras haber superado esta comunidad el 75% del PIB medio de los Veintisiete. El segundo, por su parte, concierne a la enésima reforma de la PAC (Política Agraria Común), cuya propuesta, sobre la que los socios negociarán durante 2012 y 2013, contiene aires de recortes para Andalucía.

Groso modo, se plantea la desaparición del pago de ayudas basado en cálculos antiguos de producción (pago único) por una llamada tasa plana de igual importe para todos loa agricultores de una región, un país y, a muy largo plazo, de la Unión Europea. Este cambio supondría un trasvase de unos 500 millones de euros de la ficha financiera asignada al agro andaluz hacia otras comunidades españolas, de ahí que sea dura la oposición manifestada por las organizaciones agroganaderas y el Gobierno autonómico.

Mientras tanto, la Consejería de Agricultura ha iniciado el proceso de venta de las tierras del antiguo IARA y liquidado así lo poco que quedaba de la reforma agraria con la que, allá por principios de los años ochenta, se estrenó la autonomía andaluza. Junto a las fincas, también se adjudicarán los edificios y patrimonio de las desfasadas Cámaras Agrarias por los que batallan las asociaciones del campo.

En el campo, asimismo, se ha agudizado la crisis de precios en la mayoría de producciones -los cereales se han escapado-, sobre todo en las frutas y hortalizas. Se ha recrudecido la pelea entre los agricultores y las cadenas de distribución comercial, a las que acusan de provocar una depreciación del campo, aunque con un matiz respecto a años pasados: por vez primera comienza a distinguirse entre supermercados buenos y supermercados malos. Con los primeros al menos se puede hablar para concretar una relación en la que todos los eslabones cosechen beneficio y no que uno pisotee al resto.

Y acabamos como empezamos, con los pepinos. Desde Alemania se lanzó una falsa alerta por la posibilidad de que esta hortaliza española tuviera la bacteria E.coli. Se demostró que no era así y aún hoy desde ese país no han sabido aclarar dónde estuvo el origen de la infección. Lo que sí se sabe es que la alarma bloqueó las exportaciones, con pérdidas millonarias tan sólo en parte resarcidas por Bruselas. Un fastidio.

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