Jesús Quintero, el ‘loco’ de la radio y TV según Jesús Melgar
Un libro, con rigor testimonial, reivindica al locutor Jesús Quintero en tiempos de ocaso. Jesús Melgar, todoterreno en medios y viajes, navega hacia el irrepetible comunicador
Juan-Carlos Arias
La posverdad relativiza todo lo real hasta los terrenos infames. Los últimos años añaden el cobarde ‘fake’ virtual. Ambos, reinan en pantallas del móvil y ordenadores. Por eso, con casi 82 años Jesús Quintero estaría enterrado, ninguneado y arruinado varias veces.
Sin embargo, el tándem Quintero & Loco de la Colina tiene quien le escriba. Su estrecho colaborador Jesús Melgar publica una biografía no autorizada y consentida con título del sobrenombre de Quintero: El Loco (Editorial Círculo Rojo). El alma del Hijo Predilecto de San Juan del Puerto (Huelva) pulula por una obra que empieza bien. Un espléndido prólogo de Juan José Téllez ubica a Melgar en la vanguardia algecireña -de Pelayo- que conoció el Katmandú hippie. Téllez explica las leyendas sobre un Melgar al que conoce bien. Retrata al buhonero que nunca fue
El epílogo del libro lo suscribe, en tres actos, un ocurrente Javier Caraballo en clave cuasi filosófica. Se sugiere –al cabo- leer la obra con algo de relax, humo de sándalo -o incienso tanto da- y el fondo musical de Pink Floyd. Hasta Melgar lo recomienda.
Perros con hambre, Colinas de radio
En la jubilación de Quintero concurren prismas e infamias. Melgar va al grano. El primer capítulo evita rodeos: Perro no come carne de perro. Ahí retrata mentiras, bulos y el acoso mediático a un Quintero anciano. Replica con palabras Melgar: ‘el silencio siempre ha sido el mejor aliado de quien nada sería sin su voz’.
El corporativismo en prensa apenas funciona. Partidismos, intereses creados, cloacas mediáticas y el negocio ausente de escrúpulos lo explica. De Quintero hubo crónicas, reportajes y paparazzis de guardia en la puerta de su hogar. En tiempos de ‘shares’ y publicidad manipulada/ora vale todo.
Melgar compartió con Quintero mucha vida profesional. Ambos son Hijos Predilectos, Melgar lo es de Algeciras (Cádiz). El campogibraltareño ahonda en el genio de otro Jesús. Lo compara con el fallecido Larry King por sus concomitancias biográficas. Las mismas que basculan entre la gloria mediática y la pesadilla personal de estar perseguido por deudas, acreedores, males personales & familiares o historias penosas con el fisco
Con precisión de cirujano y arropado de numerosos testimonios y opiniones Melgar recorre la fecunda vida de Quintero. Desvela algo desconocido por el gran público. El onubense fue, por ejemplo, antes de comunicador marchante de artistas. Representó al inolvidable Paco de Lucía, Hermanas Benítez o Soledad Bravo con olfato de descubridor de talentos.
Años después se agitaron las habilidades vocales en Quintero. Le escuchaba hasta la última fila desde el micrófono. En RNE, tras sortear burocracia del postfranquismo, se programa El Loco de la Colina (1980-86) y arrasa con las audiencias. Además de reinventar la radio nocturna, la íntima ‘revoluciona el lenguaje radiofónico y los esquemas del medio mostrando al oyente su pedrigree de entrevistador. Con compás en el tono de la charla, con personajes cada vez más insólitos, bohemios y siempre del lado perdedor’.
El éxito del programa en la radio pública lo ficha la SER. Imposible mantener audiencias sin la cooperación de curtidos realizadores/ambientadores musicales (Cervantes, Capilla, Pinillos...) y de ilustrísimos apellidos del Periodismo o la Literatura (Cobos Wilkins, Correal, Machuca, Arenzana, Salvago, Domingo, Rioyo, Ortiz Nuevo, Teba o el proverbial Raúl del Pozo).
Salto a la TV
Los personajes y silencios de Quintero merecían pantalla. Gran parte de sus proyectos arrasan en la caja tonta. La lista es larga, en televisiones estatales y autonómicas (Ratones Coloraos, Perro Verde, El Loco soy yo, Noche de Quintero, Cuerda de Presos, 13 noches con Antonio Gala, Qué sabe nadie, Boca del Lobo, Vagamundo). El formato se exportó, como Un loco en América por TELEMUNDO en Argentina y Uruguay. Allí también fueron de éxito charlas radiofónicas nocturnas, pero con personajes quinterianos australes.
Melgar no oculta las trabas y presiones que superó el éxito de un ‘loco’ que acumula crónicas e imitadores marcianos, del Missisipi o del milenio 4º. Las pausas, grandilocuencia, bohemia filosófica e impertinencias a lo usual imantaron más seguidores a Quintero. El comunicador añade una estampa desaliñada con su sempiterno foulard. Parecía un Ian Anderson (Jethro Tull)
Música, palabras y códigos singulares lo redodnean personajes arquetípicos y antes invisibles (rockero Silvio, Pozí, Risitas, Peíto, Cuñao, Penumbra, Sabio Tarifa). No obviemos a los VIPs que pugnaban por ser entrevistados. Ahí hay de todo, desde políticos, artistas, frikis o delincuentes hasta aristócratas rancios y pijos engolados
Pero el pellizco audiovisual de Quintero lo reparten más personalidades inmersas en interviús inteligentes. Las que cuestan al mejor periodista. Rocío Jurado, García Márquez, Antonio Gala, Pasionaria, Juan & Alfonso Guerra, Alberti, Bosé o Rafi Escobedo integraron parte de una larga lista. En el tintero quedó Fidel Castro. La censura se cebó con José María García para despedir a Quintero de la pública (TVE).
¿Personaje irredento, de leyenda?
Melgar tampoco obvia que el sanjuanerotiene ego de poeta, de divo con gran ombligo. Recuerda un evento moderado por Teodoro León Gross. Se titulaba Cuando el entrevistador es la estrella: control del yo. Además del periodista compartían mesa Carlos Alsina y Sanchez Dragó con Quintero. Imaginable el choque de palabras y que la nostalgia presida la obra del onubense sobre el apaño de entrevistas en la TV vigente. O de la prescindible telebasura que arrasa sobre los dichosos ‘shares’ y da trabajo a juzgados y mucho juego en las comisarías policiales
Los infinitos proyectos del ‘Loco’ serían de cuerdo emprendedor. Palpitaron sobre el talento. Algunos sueños viajaron al fiasco: Café Placentines, Radio Romántica-América, Montpensier, Teatro Quintero, inversiones en ladrillo y audiovisual. Quintero ganó, manejó, muchos millones. Especialmente en fase televisiva pata negra, cerca del poder. Pero le alejarían del lujo, la alta gama y el parné la impronta de quien se hace el loco
Quintero se deprimió con arrendadores impacientes, proveedores pesados, bancos voraces o ex trabajadores cabreados. Un episodio cutre sitúa a Quintero, mientras clamaba obviar embargos, con el extorsionador –condenado- Luis Pineda (Ausbanc) le consideró antes un Robin Hood ante la banca. Pero Pineda sería el protagonistade Coge el dinero y corre de Woody Allen. Este Robin Hood soñaba trincar hipotecas-ganga de un ejecutado (judicialmente) Quintero.
El astro duda regresar al plató/estudio. Constató no obstante ‘desprestigio de la política, justicia, prensa y el poder ilimitado del dinero que todo lo compra; de la mentira como forma de vida y la posverdad’. Esto es contar la feria según le fue. Quintero ejercería así de profeta que ilumina a la plebe.
Del soñador millonario y pícaro dicen también que no conjugaría el verbo pagar, sería poco humilde y habría muerto en vida de éxito. Preguntado Quintero, según Melgar, por su actual situación económica resume la respuesta. Se justifica así: ‘.... todo está en manos de mi abogado y se va pagando ...... sólo puedo decir que lo siento y aquí estoy ......’.
Una pena que Quintero no naciera, por ejemplo, californiano. Contrataría -su manager- con multimedias o en Hollywood; viviría en Malibú, inspiraría teleseries, libros y a imitadores que le pagan royalties. Atraería a logreros de más duendes, colinas, locuras, green dogs (perros verdes) o red mice (ratones coloraos). El negocio de millonetis-jeta de darse alcanzaría a sus parejas, amantes, familia, mascotas; tendría hasta remakes. Pero el sevillano de Huelva está recién casado y familia-bien-gracias, en Cartaya (Huelva) según da a entender en su libro Melgar sobre el otro Jesús.
El libro que comentamos es lejano a la hagiografía. Acerca al amigo que todos deberíamos tener. Un tema de Beatles (The fool on the Hill’) ya creó un personaje universal. La obra radiografía también a un ser generoso. Quintero creó una especie de Factoría del Arte con su nombre. Incluye su biblioteca personal, premios logrados (Antena de Oro, Rey de España de Periodismo o la Medalla de Andalucía, entre otros) y miles de horas de radio y TV. El material está alojado en una Fundación con el nombre del comunicador en San Juan del Puerto donde vio la luz el comunicador.
Además, Melgar indica que el ‘loco’ donó anónimamente dinero para cajas de resistencia obreras, desheredados y perdedores sociales, en coherencia con sus personajes quinterianos. El espíritu del sanjuanero llegó hasta a las cárceles. Una memorable teleserie y libro (Cuerda de Presos) dio altavoz y dignidad a quienes la sociedad recluye en celdas por trasgredir las normas.
Dar palabra a los invisibles, la que no escuchamos, es plausible. Quintero sela regaló, la condujo, a prostitutas/os, moribundos, mendigos, condenados, vagabundos o represaliados. Y a los que claman ante la injusticia, el olvido o el ninguneo. Evidenció que hay voces que no percibimos. Melgar honra a Quintero con un libro absolutamente recomendable. El comunicador merece mucho más que refritos de audio en RNE,
aunque los principales locutores españoles le rindieron tributo gracias al carisma de Gorka Zumeta.Le debemos mucho a Quintero. Lo recuerda con palabras y fotos históricas un Melgar inspirado con la pluma que no tampoco quiere jubilar su excelencia personal y profesionalidad.
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