Empecemos por lo sustantivo. La época dorada del espionaje en Sevilla se vivió durante los tristes días de guerra fratricida (1936-39) y los de la segunda guerra mundial (1941-45). Hoteles como el desaparecido Venecia (Plaza del Duque), el Majestic (hoy Gran Meliá Colón), el intacto Simón, más el desparecido Cristina y el lujoso Alfonso XIII fueron nidos de espías y de reporteros foráneos, algunos de ellos agentes camuflados.
Al principio del sanguinario virreinato del General Queipo nazis e italianos llenaron el Cristina y el Majestic. Allí el Abwher (Inteligencia naval nazi) del Almirante Cannaris estableció el cuartel sureño del ‘KO Spanien’ en la 2ª planta. Las decenas de agentes nazis que no cabían en el hoy renovado Colón se realojaron en tres de los ‘hotelitos de Heliópolis’
También, en el Venecia pasaron temporadas trajeados ejecutivos de la real Rio Tinto Mining Limited y la ficticia American Oil Company. En realidad, eran agentes británicos (MI6-SIS) y del Office of Strategic Services (OSS) que dirigiera el General ‘Wild’ Donovan. La OSS fue antecesor de la CIA (Central Intelligence Agency). Se sabe que la OSS usó también a detectives de la mítica Pinkerton Agency. Disfrazados de falsos inversores patearon, y cartografiaron, el litoral onubense y gaditano desde su cuartel sevillano.
Con el pretexto de comprar fincas se comportaban como exquisitos gourmets que acabaron rendidos a los encantos del marisco, guisos y pescados sanluqueños o las excelencias de la huerta de los mayetos roteños.
Antes y después de construirse el aeropuerto de San Pablo, reconfigurarse el aeródromo militar ’Vázquez Sagastizábal’ en Morón y de dotarse la base aeronaval de Rota (Cádiz) a Sevilla llegaron decenas de espías de la CIA. Su misión fue ‘proteger’ sus intereses y controlar un estado soberano aunque ellos lo consideraron, y trataron con escasa modestia, un país bananero en suelo europeo. Hacían buena así la Doctrina Monroe (América, para los americanos [del Norte, claro]).
Hablamos de los mediados de los cincuenta, cuando la ‘guerra fría’ (1946-1989) entre soviéticos y norteamericanos palpitaba. Una leyenda dice que la CIA tuvo sede en una planta entera de la calle Asunción unos años. Hasta su traslado hacia parte del Consulado de EEUU en La Palmera. Otra leyenda es que dedicó parte de la plantilla a fisgonear sobre parejas de sus promiscuos soldados y oficiales en Sevilla. Vivían en Los Remedios, Santa Clara y Nervión. En una capital recatada, provinciana y aislada del mundo.
A mediados de los sesenta del pasado siglo -según quien lo sabe- unos agentes llegaron a la antigua jefatura de policía, Plaza de la Gavidia. Uno de ellos hablaba español por su origen portorriqueño. Interesó antecedentes de una dama que enamoró a un General con estrellas residente en Santa Clara. No era la primera vez que la CIA exigía ‘ficha’ de datos del archivo de delincuentes. En especial sobre comunistas y subversivos al franquismo.
A las dos semanas se presentó en la Jefatura el mismísimo General. Se bajó de un gran coche negro. Lo escoltaban fornidos Marines. La comitiva subió hasta la zona noble donde cuchicheaban quienes conocían la historia. La flecha del amor del General se posó en una conocida Madame de La Alameda. Tenía incontables antecedentes por detenciones y estafas.
A un Comisario le tocó, por sorteo previo, explicarle al General que no era la mejor pareja su amada. Las lágrimas del General, al conocer la noticia, eran risas flojas entre los policías sevillanos. No fue la única prostituta que tuvo amores con uniformados norteamericanos. Muchos de ellos les proporcionaron un futuro más halagüeño como esposas y madres en EEUU. La Alameda de entonces experimentó descenso de meretrices en su censo.
La larga agonía de un Franco decrépito, la incertidumbre de la sucesión democrática y renovación constitucional, los presos políticos y el resurgir de la oposición reforzó la plantilla de espías norteamericanos en Sevilla. Bajo el mandato del Cónsul californiano Curtis Cecil Curter en los setenta la CIA tuvo agentes-cicerones del ‘american way of life’ a líderes emergentes, periodistas, catedráticos y un PSOE que sabían llegaría al poder avalado por la socialdemocracia europea y latinoamericana.
Los espías querían implantar el atlantismo y el anticomunismo que tanto gustaba a los Presidentes Nixon y Ford (1969-1977). La diplomacia de los EEUU consideró a España país amigo por sus excelencias estratégicas y bases que acantonaban miles de sus soldados (Morón, Rota, Cuatro Vientos, Zaragoza, Cartagena) en suelo peninsular. España es el único país donde dos ejércitos foráneos [USA y Reino Unido –Gibraltar-] tienen bases militares en su territorio físico, que no político.
El no aclarado magnicidio el 20 diciembre de 1973 del Presidente Carrero tuvo llamativos nexos con EEUU. Curiosamente, murió asesinado por un comando etarra tras recibir al todopoderoso canciller de EEUU Henry Kissinguer y el enigmático General-espía Vernon Walters. El también Almirante español les pedía algo más que chatarra por usar las valiosas bases españolas a los EEUU.
Frederick Purdy, entre 1978 y 1982, fue otro Cónsul-espía en Sevilla. Como Gustav Dräeger de los nazis en los 30s y 40s del pasado siglo. La esposa chilena –Gigi- de Purdy era como ‘Mona’, la peruana que cocinaba lentejas en Madrid para tertuliar el arco político de la transición. Los ágapes consulares de Gigi ocultaban el pasado diplomático de su marido como Cónsul en Santiago de Chile, cuando asesinaron al régimen democrático del Presidente Allende (1970-1973) esbirros de la CIA.
Purdy sufrió el asesinato de Charles Horman en el peor Chile imaginable Encarnó, implícitamente, a un personaje del filme ‘Missing’ (Costa-Gravas, 1982). La película relata la cooperación con el golpe de Pinochet de los EEUU. La estancia sevillana de Purdy lo situó en mítines del PCE, ORT, SAT-SOC y otras formaciones de izquierda tomando notas con una libreta de cuadrículas. La torpeza del espía norteamericano era de chiste. Los más versados recalcan que sus espías ‘de verdad’ laboraban mientras Purdy entrañaba un señuelo, libreta y boli en ristre.
Purdy hizo que en el Consulado se trabajara frenéticamente. A la contrainteligencia española le encantó este individuo nada diplomático. En 1982 tomó posesión de su nuevo destino en Brasilia. Qué casualidad. Otro punto del mapa donde mandaban militares formados en la ‘Escuela de las Américas’ panameña. Allí cocieron la anticomunista ‘Operación Cóndor’. ¿Quién inspiró tal carnicería?: Kissinguer y Walters. Más casualidad.
Las torpezas y descaro del Purdy-espía aconsejaron a la diplomacia del Tío Sam para blanquear sus operaciones. Vía USIS-Servicio de Información norteamericano (1953-1999), agencia federal que combatió la ‘Guerra fría’ desde la prensa, universidades y política al consulado, llegaron fichajes locales: Julio Cuesta (pregonero de la Semana Santa 2020 y ex directivo de Cruzcampo-Heineken) y Juan Luis Manfredi (ex directivo de RTVA y profesor de periodismo jubilado), según admitió el último en recientes declaraciones como reconvertido líder vecinal heliopolitano.
La CIA, servicios consulares y otras agencias federales casi no cabían en el viejo pabellón norteamericano de Expo 1929. Consolidada la integración española en la OTAN, el PSOE en la poltrona y las multinacionales de EEUU haciendo menos caja que durante el siglo XXI, el consulado hispalense de los espías perdió interés para los EEUU. Mandan más los nichos de combustibles fósiles en países americanos, africanos y asiáticos.
La EXPO Universal de 1992 fue saludada por los EEUU con el desmantelamiento del consulado en favor de una agencia con servicios mínimos. Ya ni la atienden diplomáticos de carrera. Ese año, el Presidente George Bush Sr (1989-1993) al ser preguntado por una periodista del NYT por qué EEUU abandonó al pueblo bosnio al que consideraba ‘país amigo’ respondió una cruda verdad: ‘EEUU no tiene países amigos, tiene intereses que defender y proteger’. Y en Bosnia, estimados lectores y lectoras, ni hay petróleo, ni coltán, ni gas, ni un canal interoceánico, ni geoestrategia.... sólo personas que fueron masacradas por el odio.
Actualmente, en el siglo XXI, los agentes de la CIA suelen operar como ‘ilegales’, es decir, sin cobertura diplomática y con identidad ficticia. Viven diseminados en puntos de la ciudad con alta movilidad y usando la globalización tecnológica como pauta operativa. Definitivamente, la época dorada de los míticos espías de un imperio al que hoy echa pulso China y le tosen rusos, iraníes, cubanos y norcoreanos terminó.
Post Data: La excelente historiografía operativa de la CIA ‘Legado de Cenizas’ (Debate, 2008) del Pullitzer Tim Weiner relata, entre otros fracasos y éxitos de la Agencia, que su alianza con el MOSSAD (inteligencia israelí) comenzó cuando sus agentes no lograban en el Moscú de la guerra fría anticipadamente discursos del Presidente de la URSS (1955-1964) Nikita Jrushchov. Los espías judíos los tenían semanas antes de pronunciarse. Nos preguntamos si en Langley (cuartel de la CIA) tienen ya el pregón 2020 de la Semana Santa sevillana. Su autor, Julio Cuesta, fue plantilla de EEUU en tareas de información. No sabemos si filtró ya un documento que declamará sobre imágenes religiosas y cofradías pascuales.