Elecciones EEUU 2024
China, ante un posible nuevo mandato de Trump: tormenta en lo comercial y aprovechar el vacío en lo geopolítico
Adrián Foncillas
Espera China la tormenta como un marino viejo. Las sufrió en el anterior mandato de Donald Trump, las sufre con Joe Biden y no escampará en las próximas décadas. Sabe Pekín que la hostilidad está ya solidificada en Washington, que sólo ella une a republicanos y demócratas y que la sinofobia también cabalgará sin bridas en esta campaña electoral. Con Trump en el horizonte no hay más estrategia que abrocharse el cinturón de seguridad en el comercio y aprovechar las oportunidades geopolíticas. China ya conoce el paño.
Los últimos meses de Trump en la Casa Blanca exageraron la percepción de sus desencuentros con China. Su calamitosa gestión de la pandemia y la dolorosa factura en vidas le aconsejó culpar a Pekín del desaguisado y quemar todos los puentes. Antes, sin embargo, a China no se la intuía excesivamente incómoda a pesar de la guerra comercial. La química rebajó cualquier conflicto. Trump hablaba de Xi Jinping como su "buen amigo", le agasajó en Mar-a-lago y le enterró en halagos cuando le visitó en Pekín. Cualquier cumbre de Xi y Biden parece una visita al dentista.
Trump atizará la guerra comercial. Ya impuso aranceles del 25% a cientos de miles de millones de exportaciones chinas que Biden no ha levantado. Pekín amortiguó el golpe profundizando en mercados como Oriente Próximo y el sudeste asiático y priorizando el autoconsumo como motor económico. Aquel proteccionismo le costó a Estados Unidos casi 200.000 millones de dólares y 245.000 empleos, según cálculos independientes. La aprobación de los aranceles de entre el 60% y el 100% a todos los productos chinos que ha prometido Trump no es menos ambicioso que levantar un muro frente a México. Tendrían efectos devastadores para el mundo, supondrían en la práctica el desacoplamiento de las dos mayores economías globales y un retroceso de varios siglos en la historia de la humanidad. Tendrá que imponerse Trump a las voces sensatas de su partido que alertan de que multiplicará la ya galopante hiperinflación. Es seguro que habrá fragor y declaraciones grandilocuentes entre Pekín y Washington.
"América primero"
En el tablero geopolítico es previsible un similar quebranto al tradicional lugar nuclear estadounidense en el mundo. Son encomiables los esfuerzos de Biden por arreglar lo que rompió Trump. Ha recuperado la sintonía con Japón y Corea del Sur, firmado nuevas alianzas militares en el Pacífico y resucitado una OTAN semienterrada. Ve Trump las relaciones internacionales desde una perspectiva fenicia y su política de "América primero" desdeña lo que no es rentable. No afianza los lazos con sus aliados que les exija pagar las facturas de su seguridad ni alimenta las simpatías en el Sur Global que aluda a los "agujeros de mierda" de los que llegan los inmigrantes.
Su desprecio por el cambio climático, que culminó con la salida de los acuerdos de París, y por los tratados comerciales internacionales, que juzga como trituradoras de empleo estadounidense, ya hizo de China durante su mandato el paladín de la lucha medioambiental y de la globalización. El regreso de sus heterodoxas políticas volverá a dejar un hueco que China está encantada por cubrir. Es previsible que arruine la férrea afinidad entre Washington y Bruselas que ha apuntalado la guerra de Ucrania. China ha insistido en los últimos meses que, frente a la volatilidad y egoísmo estadounidenses, representa la solidez y los compromisos a largo plazo. "Washington ya había perdido terreno en el Sur Global por su doble rasero en Ucrania y Gaza. Con Trump, China ganará aún más influencia y respeto, porque es evidente que le hace más daño la política de alianzas de Biden", sostiene el sinólogo Xulio Ríos.
El peligro, subraya Ríos, radica en la voluntad de evitar el sorpasso porque su lema "América primero" exige también que China sea segunda. En su equipo anterior y en el que está formando abundan belicosos halcones. Su hipotético vicepresidente, JD Vance, calificó recientemente a China como la "mayor amenaza" para Estados Unidos. "La guerra comercial fue nefasta para Estados Unidos, con la guerra tecnológica sólo consiguen retrasar el desarrollo chino... Dudo que todos los esfuerzos se queden en lo económico. Si el objetivo es detener el progreso chino, lo único que puede conseguirlo es un conflicto militar. Muchos 'think tanks' cercanos a Trump no descartan una guerra por Taiwán", concluye.
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