Multitudinarias vísperas, y lluviosas, para un gozoso Corpus

Parece que los dos años en blanco provocados por la dichosa pandemia, que tanto nos ha asolado, ha traído consigo más ganas que nunca de vivir el Corpus. Es innegable la cantidad de personas que se arremolinaron en el centro de la ciudad para gozar de las vísperas. Y también la gran cantidad de altares, balcones y, sobre todo, escaparates en los que se exalta a la Eucaristía a lo largo del recorrido que cubre la procesión catedralicia. Al fin se reconsolida la celebración de la que fue, siglos atrás, la mayor fiesta de Sevilla, más que la propia Semana Santa, y ahí está la documentación histórica que lo refrenda.

A las siete de la tarde abrió la catedral sus puertas para que pudiesen visitarse los pasos de la procesión de este jueves, ya completamente exornados, mientras en la Capilla Real, la Sacramental del Sagrario celebraba su exaltación eucarística, pronunciada magistralmente por el poeta Julio Fernández. Con respecto a los altares en general, por otra parte, hay que reconocer la gran labor potenciada desde el Consejo General de Hermandades y Cofradías, motivando especialmente a los grupos jóvenes a ser partícipes de esta solemnidad. Se despide por todo lo alto Milagros Ciudad de la junta superior en lo que a la delegación de juventud se refiere en el organismo cofradiero. Muchos jóvenes se implicaron en este proyecto, tanto de penitencia como de gloria, y ojalá siga así el año que viene, y el siguiente, y el otro... Con respecto a los premios, hay que hacer referencia a las tres categorías, en cada una de las cuales hay tres premios, siendo el resultado el siguiente:

A) Premios del concurso de altares:
1. Hermandad del Buen Fin, en la calle Francos, en el ensanche de Peyré.
2. Convento del Santo Ángel, en la Avenida de la Constitución 3.
3. Hermandad del Rosario de Carrión de los Céspedes, en la fachada del Círculo Mercantil, en Sierpes 63.

B) Premios del concurso de escaparates:
1. Grupo joven de la Soledad de San Lorenzo, en Jardilín, calle Francos 17.
2. Divina Pastora de Santa Marina, en Juncia y Romero, calle Francos 15.
3. Hermandad de San Isidoro, en Muebles Lacquer, calle Francos 23.

C) Premios del concurso de balcones:
1. Casa Rodríguez, en calle Francos 35.
2. Hermandad del Rosario de San Julián, en Cordonería Alba, calle Francos 38.
3. Vicente Malloret, en calle Francos esquina con Chapineros.

Fue, igualmente, una tarde de conciertos en la Plaza de San Francisco. Grandiosa la labor del Consejo de Bandas, por cierto. A las nueve de la tarde, a pesar de la leve llovizna, la Banda Sinfónica Municipal abrió el programa, estrenándose, además, la marcha «Corpus Christi en Nervión», obra del comandante Manuel Bernal Nieto y que es conmemorativa del cincuentenario de la fusión de la Hermandad de la Sed con la sacramental de su parroquia. Al mismo tiempo, la Agrupación Musical Santa María de la Esperanza hizo el pasacalles desde las nueve y media, mientras entre las portadas del Corpus, dedicadas a Santa Genoveva y al Carmen de Omnium Sanctorum, sonaron desde poco más allá de las diez de la noche las cornetas y tambores de las Cigarreras y del Cristo de las Tres Caídas de Triana, poniendo el broche de oro la Agrupación Musical Virgen de los Reyes.

Y también hubo procesiones. La primera que pisó la calle, a las siete de la tarde, fue la de Santa Teresa desde el Convento del Santo Ángel, que llamó la atención de propios y extraños. Discurrió por parte del recorrido del Corpus, y nada más llegar a su altar en la avenida comenzó a chispear. En otro lado de la ciudad, desde San Julián había salido la Hiniesta Gloriosa, que retomó el itinerario extraordinario que cubrió cuando en 2018 fue a la catedral para presidir el Pregón de las Glorias, haciendo estación en Santa Marina, donde la recibió la Hermandad de la Resurrección. Al llegar a San Marcos, las gotas de lluvia eran más intensas. «Dicen que está lloviendo con intensidad en Gines». A correr por Bustos Tavera hacia el templo de la Hermandad de la Mortaja. No cabe. Aparece Álvaro Enríquez, hermano mayor de la Sagrada Cena, que le dice a su homónimo de la Hiniesta, Nicolás de Alba, que en los Terceros pueden entrar. Allá que van, y la Virgen regresa al lugar donde el difunto alcalde Manuel del Valle le impusiese la medalla de la ciudad en 1991. Son las nueve y media. La Hiniesta entra en el templo de la calle Sol, y a Santa Teresa se la llevan al arquillo del consistorio hispalense. La de San Julián decide volver a salir una hora más tarde y cruza el dintel a las once. Imposible llegar a su altar en San Francisco a las doce. Varía el recorrido, y tira por Gerona a Doña María Coronel en busca de la Encarnación hacia Cuna. Aún queda público en la calle. Y a la una y veintisiete queda depositada en su eucarístico retablo efímero. Todo vuelve a la normalidad. Mañana será otro día. ¡Y qué día!