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Actualizado: 23 sep 2019 / 13:10 h.
  • Carne mechada de Magrudis. / El Correo
    Carne mechada de Magrudis. / El Correo

Este periódico, el decano de los sevillanos tras cumplir 120 años este 2019, tenía una tradición que confiemos siga. Se trata de profundizar sobre temas de actualidad, los que más interesan a los lectores. Las noticias que palpitan unen días y semanas, con o sin hilo conductor. Pero hay muchos datos, perfiles y ópticas que se quedan por el camino. Además, el lector necesita más elementos de juicio para configurar su criterio cuando se cruzan intereses y versiones sobre un mismo hecho.

Es una responsabilidad social ofertar al usuario de los medios datos sustantivos y fidedignos sobre asuntos relevantes. Sobre esos a los que ponemos una oficiosa ‘x’ mental o sobre los que activamos una alerta privada.

El contexto noticioso es esa lucha callada de los medios informativos de ser el primero en publicar lo que da más audiencia o lecturas, quizá no lo más importante. Los intereses de grupos mediáticos decantan por determinados derroteros la ideología, la primacía del mensaje pretendido y el enfoque de lo que leen, oyen o ven los receptores de información mediática.

Hace años y años bajo el acertado título de ‘Análisis’ El Correo relataba pormenores de asuntos que interesan más a los sevillanos y sevillanas. O se centraba en lo que hurtan las prisas de publicar de un día para otro. Se hace bueno, llegados a este punto, lo que pronosticó William R. Hearst sobre la volatilidad de las noticias: ‘el papel de la portada en la prensa de hoy, mañana envolverá el pescado’.

‘Análisis’ es -sin rodeos- diseccionar todas las partes de la médula que nos llega por los medios sin el debido examen más minucioso. No hablamos de periodismo de investigación. Hablamos de una escala del lector sobre algo importante objetivamente. Quien suscribe #Infraganti, sección de crónica negra fría que se publica los sábados, no es periodista, ni profesional sanitario, ni imparte dogmas desde esta página... Es, simplemente, un opinador que proyecta esa voz de parte de la sociedad civil huérfana de quien la escuche. De esa Sevilla callada, acrítica, atónita, laboriosa y honesta que es descreída ante el ‘pensamiento único’.

Esa orfandad está, sobre todo, en los despachos donde se adoptan decisiones para el contribuyente, para la ciudadanía y para ese bien común que tanto empalaga en palabras de nuestros políticos. De los mismos que andan a la gresca con palabrería sorda carente de soluciones.

#Infraganti ha publicado este 2019 decenas de historias que parecen increíbles. Ha escrito sobre tabúes sin recato, ni complejos. Afloró datos que parecían inciertos. Esa Sevilla que no quiere ser vista, la que manipula o engaña, cruje aquí. Si imaginamos un armario digital, a veces, rompe sus puertas con verdades incómodas. Las que no se quieren compartir. Las que se ocultan.

En tiempos, repetimos, del ‘pensamiento único’ que lo globaliza todo, esta serie de artículos toma el nombre de una empresa sita en un polígono sevillano. Intenta enseñar en qué ciudad y provincia vivimos sin muchos preámbulos. También, mide cuánto nos engañan haciéndonos creer lo que interesa. El ‘Affaire Magrudis’ es un asunto en sí de poca relevancia.

Pero conmovió los cimientos del control sobre la salud pública y la seguridad alimentaria. Además, ensancha la escasa credibilidad de unos políticos profesionales irredentos, y en permanente campaña electoral. Ese postureo no obvia el triste deterioro de una sanidad pública que sostienen eficaces profesionales y escasos presupuestos, sueldazos de directivos y ’asesores’ inmerecidos por la misma senda que le conduce a su precipicio.

La lucha por el dinero fácil de una minoría de empresarios y la sumisión ciudadana siguen esa misma senda que intenta desvelarse en la serie ‘Affaire Magrudis’. Esa ‘mayoría silenciosa’ está harta, pero no se moviliza reivindicando derechos, denunciando las brechas institucionales, duplicidad y lentitud de las administraciones públicas y unos terrenos corporativos que sólo los pisan sus cortijeros, si se admite un coloquialismo.

Al ciudadano le da vértigo denunciar. Le da pereza reivindicar porque entiende que el estado, la junta, el ayuntamiento o la diputación lo resolverán todo. Es triste que sucedan tragedias, colapse el sistema y exista algún ‘escándalo’ que supere lo cotidiano para que se lancen proclamas buenistas. El poder debe equilibrar a sus ciudadanos con los legisladores y las autoridades.

Un affaire sevillano

La noticia sevillana más grave y preocupante del pasado verano fue, sin lugar a dudas, el brote –el más importante de la historia española-, desde que existen registros de Listeriosis. El epicentro fue la capital de la Giralda.

Ahí se originó, en una empresa llamada Magrudis SL, pequeña sociedad que casi factura los 700.000€ al año. Procesa y comercializa elaborados cárnicos desde el polígono El Pino con demasiadas interrogantes.

En principio, fue una evidente alarma pública que fue creciendo a lo largo del pasado agosto. Semanas y meses después, la epidemia remitió, fue acotada. Todo gracias al esfuerzo de profesionales sanitarios, la imprescindible colaboración ciudadana y esa sensibilización urgente que reina sobre esta patología entre nuestros mandamases. Parecía que sólo se cebaba -la Listeriosis- en países pobres, o del malamente denominado ‘tercer mundo’. Nadie nos explica, de paso, dónde está el segundo. Y nos preguntamos con este asunto ¿Vivimos en el primero?.

El escándalo surgió, ante la opinión pública, cuando la prensa más sensacionalista hurgaba sobre el tema y las autoridades estaban de vacaciones para después atizarse en contexto de la pugna polìtica. Antes, hubo goteo de ingresos hospitalarios de embarazadas, adultos y mayores con síntomas que podrían ser un amplio catálogo de patologías. Diarreas, fiebres, vómitos e indisposiciones más o menos preocupantes fueron el detonante. El denominador común fue la ingesta de productos de la marca ‘La Mechá’, elaborada por Magrudis.

Los cultivos en laboratorio sobre el cúmulo de pacientes compartieron otro denominador común: porcentajes elevados de pacientes con presencia de Listeria monocytogenes. El número traspasó el nivel normal para hablarse valores para declarar epidemia y alerta sanitarias acorde cánones de Sanidad y la OMS. La alerta definitiva la declaran las autoridades sanitarias a mediados de agosto, concretamente el pasado día 15.

El primer caso de la bacteria se diagnostica el 28 de Julio en Tomares (Sevilla). Otro brote aparece el 5 de agosto en Pilas (Sevilla). Tras dicha evidencia se realiza un estudio epidemiológico sobre dos carnes mechadas comercializadas y consumidas por los afectados y afectadas.

Una de las muestras es marca ‘La Mechá’ de Magrudis, la otra de una fábrica malagueña (Benaoján) que -finalmente- se descarta como causante del brote epidémico.

La escalada de casos, ingresos hospitalarios e incremento de víctimas hace que las fechas estivales -cuando mayor número de sanitarios está de vacaciones- cree un colapso en diferentes hospitales sevillanos y algunos andaluces. Los casos acaban repartiéndose fuera de Andalucía. Llegan a 5 Comunidades españolas y viajan hasta Canarias. Con el tiempo llegó la Listeriosis hasta Alemania (un sevillano llevó ‘La Mechá’ para agradar su futura suegra germana y la mandó al hospital. ¡Buen comienzo!). Productos de Magrudis fueron los conductores del brote e infección. Prácticamente todos los casos analizados por las autoridades competentes le señalan.

Sin entrar, por el momento, en más detalles la crisis origina que hospitales ‘vacíos’ de profesionales se llenen de afectados. Todo ello causa una insólita pelea de dirigentes políticos de la Junta y Ayuntamiento sevillano.

La inspección sanitaria es de competencia municipal –en Sevilla, Granada y Máñaga- mientras las demás atribuciones inspectoras y controladoras pertenecen a la Consejería de Salud a nivel autonómico. El Ministerio de Sanidad tiene otras supra autonómicas.

Los medios informativos, especialmente los televisivos y tertulianos ‘sabelotodo’, enriquecieron el dramatismo y hasta añadieron más morbo al brote de Listeriosis. La crisis de esta patología afectó a casi 240 personas, causó 4 fallecimientos y 8 abortos. El número más alto de ingresos hospitalarios rozó el centenar de pacientes. La epidemia remite felizmente entrrado septiembre. Es hora de diseccionar qué ha pasado, en qué se ha fallado y cómo pueden mejorarse los estándares para evitar nuevas epidemias. Hay mucho en juego.

La investigación periodística

La noche del pasado viernes 20 de septiembre la Sexta TV (Atresmedia) difundió un capítulo de ‘Equipo de Investigación’ centrado en Magrudis y la epidemia de Listeriosis. El reputado programa tiene mucha audiencia pues en los temas que aborda dan voz a todas las partes y vehicula una densa labor investigadora documental.

Sus periodistas recorrieron Sevilla en busca de verdades sobre una empresa nada ortodoxa para despejar las claves planteadas. Obtuvieron declaraciones del Consejero de Salud, Dr. Jesús Aguirre y del Alcalde de Sevilla, Juan Espadas, que abochornan. Escurre el bulto el primero sobre el segundo, quien le devuelve la pelota sobre competencias, etc... Penoso.

Vecinos de la nave de Magrudis (Polígono El Pino) corroboran que a deshora llegan y salen furgonetas sin rotular. A horas inusuales hace lo propio la plantilla de la empresa hoy precintada y cerrada por la epidemia. Uno de sus clientes, Comercializadora Martínez León, culpa a Magrudis de no etiquetar los productos por ellos distribuidos y retirados ante la alerta sanitaria del 15 de agosto. Pregunta: ¿La incompetencia puede subrogarse?

No menos sonrojante es el silencio de la Inspectora y Veterinaria municipal que controló a Magrudis. Calló y siguió su camino ante las copias de sus informes donde rebajaba un riesgo sanitario acaso para visitar menos la empresa. Con respecto al laboratorio (Microal) que aisló la bacteria en febrero de muestras facilitadas por Magrudis. Fue de espanto cómo un portavoz los sustituye, ante la cámara, el fundador del negocio para justificar lo bien que lo hicieron no comunicando, hasta septiembre y a la Justicia, el elevadísimo número de bacterias.

Algo debe cambiar -sin duda- en los controles y obligaciones de los laboratorios. Deberían tener las mismas obligaciones de denuncia que un médico de urgencias ante una puñalada, un detective ante un ilícito o un docente ante un acoso escolar (bullying).

El contraste positivo tuvo espacio. Lo condujo la mesura del abogado del Defensor del Paciente, colectivo personado como acusación en juzgados. Indicó que denunciarán y probarán los ilícitos que se manejan en las negligencias que acumulan la Junta y el Ayuntamiento en esta epidemia. A dichos organismos no los quiere denunciar, aunque lo amaga ad nauseam FACUA. Los mediáticos consumeristas quizá acaricien futuros convenios o subvenciones y no quieran molestar a quienes les firman los cheques.

Los silencios del gerente (José Antonio Marín) y administrador (Sandro Marín) de Magrudis, carecer de patrimonio, aunque vivan en un espacioso chalet nazareno y usen autos de alta gama, son reveladores. No sabemos si seguirán callados cuando tengan cita con la Justicia o la policía. Es difícil exponer y entender que aún no les convoque la ley a dar explicaciones. Muchos fallecidos, bebés muertos y víctimas esperan las respuestas que no dieron a inspectores municipales, de la Junta y responder por su singular modus oeprandi para hacer negocio.

El denso programa televisivo afloró el corporativismo más genuino con representantes de colegio veterinario. En Madrid convocaron rueda de prensa para reclamar atención mediática y pontificar sobre su excelencia. En Sevilla repiten que sólo 7 veterinarios son los inspectores para 11.000 establecimientos que controlar. Pero se callan, en Madrid y Sevilla, sobre la colega sevillana que parece no es muy diligente en su trabajo.

El testimonio más triste y revelador de las negligencias y despropósitos del ‘Affaire Magrudis’ fue un empresario cárnico de Benacazón. Tuvo que despedir a toda su plantilla y almacenar miles de kilos de carne lista para la venta por el escándalo Magrudis. Sus lágrimas de impotencia y rabia por pagar platos rotos ajenos exigen que nuestras autoridades dejen de tirarse los trastos y evitar más epidemias, más palabrería y más desvarío.

Una embarazada que perdió a su bebé en julio admitió que sufrió aborto por Listeria y tomó carne ‘La Mechá’ de Magrudis. Añadió que fue citada por el Dr. José Miguel Cisneros (portavoz médico del SAS para la epidemia). Le explicó que unos análisis desvelaron cepas de Listeria en muestras analizadas de Magrudis. No tuvo palabras negativas para nadie. Esta dama, con su pareja al lado, dio un testimonio revelador.

Los reporteros de La Sexta dieron a entender que tantos silencios y evadir responsabilidades ante el escrutinio ciudadano empeoran las cosas. La ’Marca Sevilla’ tan vinculada a recibir visitantes de los cinco continentes está muy tocada por malas prácticas de industriales cárnicos, laboratorios y autoridades que deben evitarse.

La primicia de una televisión llegó a la capital de la Giralda desde lejos. Mucho antes Natalio Blanco, irredento periodista de Diario16 y experto en defender la causa de la mujer, desveló que la Listeriosis estaba en Magrudis en febrero, 6 meses antes de la alerta.