«María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno». Esta frase, del Padre y Doctor de la Iglesia Agustín de Hipona, más conocido como San Agustín, es el resumen perfecto de ‘La Virgen María. Nuestra madre que dice sí’, el relato sobre la madre de Jesús que acaba de llegar a las librerías publicado por la editorial Maratania. Destinado a los niños, pero también a todos aquellos que deseen conocer la figura de la Virgen, el libro es un hermoso compendio de los capítulos más importantes de la vida de María de Nazaret, una figura trascendental para la historia del cristianismo. Tanto que, a lo largo de dos mil años, ha cautivado a pensadores, filósofos, historiadores, antropólogos, teólogos, artistas...
Escrito por Juan Pablo Navarro Rivas e inserto en la serie ‘Vidas de Santos’ —que comprende títulos dedicados a Miguel Mañara, Ignacio de Loyola, Clara de Asís, Ángela de la Cruz y el Padre Pío—, ‘La Virgen María’ arranca con una conversación entre una niña llamada Ana y su abuela Catalina, la cual va a desembocar en una exposición por parte de la anciana de la trayectoria vital de la madre de Jesús. Así, el libro, cuyo lenguaje didáctico y cercano no está exento de una gran sensibilidad, nos traslada a los tiempos del emperador Augusto, cuando Roma dominaba gran parte del mundo conocido. En una pequeña aldea llamada Nazaret, situada en la provincia más oriental del Imperio, un matrimonio desesperado por la búsqueda infructuosa de un vástago recibe una feliz noticia por parte de un ángel. Ana, esposa de Joaquín, a la que consideraban estéril, dará a luz una niña, quien llevará por nombre María (Mariam, en arameo). A consecuencia de este anuncio, la futura madre promete consagrar a su hija a Dios, algo que cumplirá cuando la niña alcance la edad necesaria.
Este dato y los siguientes acerca de los primeros años de María no aparecen en el Nuevo Testamento, algo que puede sorprender, pese a que de los veintisiete escritos que forman el canon evangélico, solo en cuatro se menciona a la Virgen por su nombre. Estos son los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, y el libro de los Hechos de los Apóstoles —Juan se refiere a ella sin llamarla jamás María—. Para plasmarlos en su obra, Juan Pablo Navarro ha tenido que acudir a los evangelios apócrifos, textos que contienen hechos y dichos relacionados con la vida de Jesús, la Sagrada Familia o los Apóstoles, que no fueron recogidos en los evangelios canónicos. En concreto, la información está extraída del ‘Protoevangelio de Santiago’, redactado hacia el siglo II d.C., un documento que pese a no estar aceptado dentro del canon, contiene datos que a lo largo de los siglos fueron asimilados por la propia jerarquía católica. Sirvan como ejemplo los nombres de Joaquín y Ana, los padres de María, que la Iglesia incorporó al calendario litúrgico.